miércoles, 8 de octubre de 2008
Un Poco de Historia: Las “nubes” de los Dioses
En las tradiciones más antiguas y en no pocos textos sagrados se hacen claras referencias a la existencia de otros mundos: “Cuando os haya conducido a los cielos superiores, veréis la gloria de los que pertenecen a esas regiones...” (Jesús- Evangelio de Valentino 30:2).
Jesús imparte un saber desconocido, Habla de los veinticuatro invisibles que poseen “ una luz diez mil veces más brillante que la luz del Sol de este Mundo” y de las “ distancias inmensas que ninguna medida es capaz de expresar” (Evangelio de Valentino).
Por ello, Jesús abre la posibilidad de que los propios discípulos acceden a la experiencia del viaje “Yo os conduciré a las regiones superiores y entonces veréis realmente esas formas que no tienen parangón y veréis la gloria de los que pertenecen a esas regiones” (E. De Valentino).
De Acuerdo con la Biblia, Enoch fue el primer terrestre que viajó por el espacio llevado por uno de los dioses ouránicos, pues luego de haber vivido 365 años “...desapareció, porque Dios lo trasladó” (Génesis 5:24).
Según el Evangelio apócrifo que lleva el nombre de Tránsito de la Bienaventurada Virgen María (3:20), los apóstoles no permanecen ajenos a tan singulares viajes. Cumpliendo su misión crística y dispersos por las distintas ciudades son alertados por el ángel, quien les informa de la definitiva partida de María y su ansia de verlos: “Y ellos dijeron: ¿Cómo iremos y quién nos llevará? Y he aquí que espléndidos carros, transportados por nubes, descendieron entre ellos y los vientos soplaban con fuerza. Y esas nubes los llevaron a Bethelehem y ellos se acercaron a María y la saludaron. Y ella se regocijó...”
Las “formas aéreas” mencionadas en las antiguas tradiciones presentan sugestivas coincidencias y generalmente se las identifica como nubes brillantes, llamadas en la Biblia “la Gloria de Yahveh” y en el Ramayana el “Carro Pushpaka”. Los mitos de la India los denominaban “Vimanas”.
Comparando estos elementos en forma de “nube” se descubren numerosos puntos de contacto: “Este carro sin igual tenía el aspecto de una gran nube, lucía con el brillante acariciador del oro...su esplendor era tal, que hubiérase dicho un carro maravilloso arrastrado por los aires” (Ramayana, Kanda V, Sarga III). En un pasaje de la Biblia dice: “ Y miré y he aquí un viento tempestuoso venía del norte, una gran nube con fuego envolvente y en derredor suyo un resplandor, y en medio del fuego una cosa que parecía de ámbar...” (Ezequiel 1:4). “Y hablando Aarón a toda la congregación de los hijops de Isreal, miraron hacia el desierto y vieron que la Gloria de Yahveh aparecía en la nube...” (Éxodo 16:10).
Tanto Indra como Yahveh anuncian su presencia en formas aéreas que al parecer constituyen su habitual medio de desplazamiento. “Con su cuerpo centelleante, montado en un espléndido carro aéreo, escoltado de vibudhas y sin tocar la tierra, se apareció el dios Indra, el de los vestidos deslumbradores limpios de todo polvo... Ese carro radiante, resplandeciente de hermosura, míralo bien, brilla como el Sol en medio de los aires...”(El Ramayana, Kanda II, Sarga V).
No se conocen descripciones del interior de la nube de Yahveh, pero de su realidad material existen sugestivos indicios. “Y Yahveh dijo a Moisés : Yo vendré a ti en una nube espesa... Y entró Moisés en medio de la nube... y estuvó en el Monte 40 días y cuarenta noches” ( Éxodo 19:9 y 24:18). La nube espesa en la que entró el que hablaba con el Señor de los Ejércitos “boca a boca, y a las claras y no por figuras” (Números 12:8) contenía, al parecer, los modelos celestiales del tabernáculo, el candelabro de los seis brazos, despabiladoras y platillos de oro, cuya fabricación terrestre le encomienda Yahveh “Hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el Monte”(Éxodo 25:40).
En otros versículos de Ezequiel se identifica a la Gloria de Yahveh como un verdadero objeto aéreo, así como su velocidad y diversidad de sus movimientos, ya que podía subir, bajar, volar hacia delante, hacia atrás, de costado y permanecer estacionado en el aire “Y la Gloria de Yahveh se fue de en medio de la ciudad y se paró sobre el Monte que está a Oriente de la ciudad” (Ezequiel 11:23).
Extracto de “Los Dioses en la Creación del Hombre” de Azcuy y Sánchez
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