miércoles, 26 de noviembre de 2008

Cartas de un Angel: Carta N° 4



Primero tienes que ser tu mismo y encontrar el espíritu de Dios dentro de ti. Apártate de todo lo que manche tu alma, aún cuando pienses que es justificable. No tengas miedo si
las cosas no salen a tu manera. Tu sueño no tiene que ser llegar a ser adinerado o poderoso, o ser un gran actor, o director, o pintor, o músico, o cualquier otra cosa que tu pienses que eres bueno para ella. Tu tienes que seguir adelante y hacer todo lo que te guste hacer o sientas que tienes la habilidad de hacerlo bien. Cada ser humano tiene una inclinación especial que se supone él desarrolla durante su vida. Si él no lo hace pierde la habilidad de hacerlo. Sé persistente y pídele a Dios que te guíe. Si en la persecución de tus sueños tienes que realizar acciones que sabes que están contra tu naturaleza, apártate y una nueva manera se te revelará.
Nosotros sabemos que estamos aquí para ayudar y cada uno es redimible, incluso los peores delincuentes. La única trampa es que ellos tienen que encontrar redención durante ese período de vida. Una vez que mueren, ya es demasiado tarde. De todos modos Dios no los castigará. Ellos simplemente van al lugar que ellos merecen debido a sus acciones y después de un período de oscuridad, ellos nacen nuevamente y tienen oportunidad para encontrar la luz. Cuantas menos vidas tienen que vivir, más se acercan a Dios y a la gloria final.
Desde aquí nosotros estamos aprendiendo constantemente del mal. ¿Cuán bajo puede caer una mente humana? El nivel del mal en la carne humana es la contrapartida de nuestro nivel de bondad. Los espíritus malos sólo pueden manifestarse cuando ellos toman posesión de cuerpos y mentes para corromper las almas. Ellos no pueden oscurecer la luz. Ellos ni siquiera pueden acercarse a nosotros. En cierto modo, nosotros debemos estarle agradecidos porque negándolos, nos convertimos en lo que somos ahora. Este es el Gran Juego inventado por Dios. Nosotros ya hemos ganado, pero seguimos jugando para ayudar a ganar a los otros. El juego es eterno.
(extractado de “Cartas de un Angel” de Oscar Castagna)

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