viernes, 30 de septiembre de 2011

Meditación: Un aliado contra el estrés



Su ejercicio regular mejora el funcionamiento del sistema inmunológico.
Ayuda a controlar la presión arterial y a reducir el ritmo cardíaco.
También es útil para mitigar el dolor.

La sensación que produce una sesión de meditación, aun como observadora, es la de estar en medio de un oasis. En el mundo, cientos de miles de personas meditan por recomendación médica, mientras la ciencia, a pesar del escepticismo de muchos especialistas, investiga su influencia en el sistema inmunológico.
En la sala del Centro Actitudes que Sanan, sede local del Center for Attitudinal Healing de San Francisco, Estados Unidos, irrumpe el silencio que pide el doctor Alberto Lóizaga al grupo que los jueves aprende la técnica en encuentros gratuitos. Es el proyecto “Dar alas a las ruedas del alma” para la integración de personas con discapacidades a través de la meditación.
Jóvenes y adultos se acomodan a gusto en confortables sillones o en sillas de ruedas. Algunos se descalzan. Todos cierran los ojos para concentrarse en la voz del doctor Lóizaga, que los guía. Los que quieren, sugiere, pueden repetir mentalmente con cada inspiración y exhalación un sonido que actúa como “calmante” para el cerebro.
Y esto se percibe físicamente. Las líneas de los rostros se suavizan. Las manos pierden de a poco la tensión inicial y se deslizan sin resistencia alguna. Sólo se oyen las respiraciones, que, de pronto, logran un ritmo lento y único. En 45 minutos todos logran desintoxicar mente y cuerpo del trajín diario.
Para la ciencia, la práctica de la meditación reduce el estrés y mejora el sistema inmune. Según la neurociencia la práctica regular de meditación controla el estado de ánimo porque fortalece las neuronas de la corteza prefrontal izquierda e inhibe los mensajes de la amígdala cerebral, responsable de la sensación de miedo.
Muchos médicos recomiendan la técnica para prevenir o reducir los dolores de males como el sida o el cáncer y mitigar el desequilibrio que provocan la depresión, el estrés o los trastornos obsesivo-compulsivos como el desorden de déficit atencional con o sin hiperactividad.
“La meditación permite vaciar la mente de pensamientos”, dice Lóizaga, médico clínico y psiquiatra que enseña la técnica desde hace 30 años, cuando debió superar un ataque de hipertensión por estrés laboral.

El cerebro, centro operativo

Estudios realizados con los instrumentos más sofisticados en centros científicos del Reino Unido, la India o Estados Unidos indican que la meditación reduce la actividad eléctrica cerebral y aumenta las ondas alfa.
“La persona accede a lo que se denomina un cuarto estado de conciencia, en el que percibe su entorno, pero no reacciona (explica Lóizaga). Está demostrado que en ese estado se producen cambios biológicos con los que el organismo logra homeostasis”. En los asmáticos, por ejemplo, ese equilibrio dilata los bronquios y en los pacientes a punto de entrar en un quirófano mejora el ánimo y los resultados de la cirugía. “Cuando se libera la densidad psíquica se enfrenta cualquier situación (agrega). O sea que el ánimo influye en la enfermedad”.
Según la licenciada Alicia Souto, de la Escuela de Estudios Orientales de la Universidad del Salvador (Usal), en la meditación disminuyen el ritmo cardíaco, la presión arterial y la demanda de oxígeno. Si la práctica es regular, el colesterol baja y las lipoproteínas de alta densidad aumentan, según un estudio que Souto codirigió en 1999 en el Centro de Investigaciones Endocrinológicas de la facultad de Medicina de la Universidad de La Plata y el Conicet.
Nota de “La Nación” (Argentina, 15 de Diciembre del 2003).

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