Cualquier historia con Artigas como centro, es historia incompleta si no están en ella sus gauchos, sus bravos indios pampas y guaraníes, de igual manera sus negros. Por algo la capital de “los artigueños” fue una villa muy parecida a una toldaría charrúa.
Bastaba el pedido, el aviso, la “gauchada”, una mínima insinuación por parte de Artigas y la respuesta surgía inmediata, sin más trámite. La “indiada” se le ponía a la orden. Da toda la impresión que la comunicación parecía ser de Cacique a Cacique.
El 26 de Febrero de 1813 los orientales consolidaban el segundo sitio de Montevideo, y en medio de la estruendosa recepción que le hacen las tropas porteñas, así se dio la formación: “El centro lo ocupaba el Coronel Artigas, llevando a su derecha al general en jefe don José Rondeau y a su izquierda su mayor general don Nicolás de Vedia y precediéndolos un piquete de indios Charrúas armados de chuza y flecha”. Tal el lugar que ocupaban en el desfile con que eran honrados, los “muchachos” de Artigas; posición de privilegio para su pueblo “indiano” entre el resto de su pueblo oriental. Al frente no estaba un cacique menor, sino el “Padre de los Indios”, el que “amparaba” a todos los “Naturales” de la tierra americana sin excepción.
Su asistente Ansina -que conocía mejor que nadie esta realidad- lo plasmó claramente: “Los charrúas han vencido por igual a los españoles y portugueses que se metieron en la Banda Oriental: a todos derrotaron varias veces. A nadie respetan sino a Artigas. Lo admiran por jinete valiente, porque no elude las fatigas, para que se respete a esta gente. Según ellos es el Gran Cacique y lo obedecen con devoción: saben que así no habrá quién les quite la libertad de su raza y nación”.
Nelson Caula de “Artigas ñemoñaré”.
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