lunes, 15 de agosto de 2011

Para Pensar: Parábola de la muletas



Había una vez un país donde todos, durante muchos años, se habían acostumbrado a usar muletas para andar. Desde su más tierna infancia, todos los niños eran enseñados debidamente a usar sus muletas para no caerse, a cuidarlas, a reforzarlas conforme iban creciendo, a barnizarlas para que el barro y la lluvia no las estropeasen. Pero un buen día, un joven inconformista empezó a pensar si sería posible prescindir de la muletas. En cuanto expuso su idea, los ancianos del lugar, sus padres y maestros, sus amigos, todos lo llamaron loco: “Pero, ¿a quién ha salido este muchacho? ¿No ves que sin muletas, te caerás irremediablemente? ¿Cómo se te puede ocurrir semejante estupidez?.
Pero nuestro joven seguía planteándose la cuestión. Se le acercó un anciano y le dijo: “¿Cómo puedes ir en contra de toda nuestra tradición? Durante años y años, todos hemos andado perfectamente con esta ayuda. Te sientes más seguro y tienes que hacer menos esfuerzo con las piernas: es un gran invento. Además, ¿cómo vas a despreciar nuestras bibliotecas donde se concentra todo el saber de nuestros mayores sobre la construcción, uso y mantenimiento de la muleta? ¿Cómo vas a ignorar nuestros museos donde se admiran ejemplares egregios, usados por nuestros próceres, nuestros sabios y héroes?”.
Se le acercó después su padre y le dijo: “Mira, niño, me estás cansando con tus rarezas. Estás creando problemas en la familia. Si tu bisabuelo, tu abuelo y tu padre han usado muletas, tú tienes que usarlas porque eso es lo correcto”.
Pero nuestro joven seguía dándole vueltas a la idea, hasta que un día se decidió a ponerla en práctica. Al principio, como lo habían advertido, se cayó repetidamente. Los músculos de sus piernas estaban atrofiados. Pero, poco a poco, fue adquiriendo seguridad y, a los pocos días, corría por los caminos, saltaba las cercas de los sembrados y montaba a caballo por las praderas. Nuestro joven había llegado a ser él mismo. (Cuento indio).

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