lunes, 30 de abril de 2012
Enoc: El primer viajero espacial
Sabemos por los textos bíblicos que Enoc fue el 1° viajero del espacio (“y fue llevado a los cielos en un carro de fuego”), pero sus relatos y sus vivencias en esos viajes fueron excluidos de la Biblia. Enoc, hijo de Yared pertenece al grupo de primitivos patriarcas, anteriores al diluvio. Desde hace milenios su figura estuvo eclipsada por la de su hijo Matusalén que vivió hasta los 969 años.
Los relatos de Enoc nos permiten penetrar en los más antiguos misterios de la astronomía, el origen de los dioses y su desaparición. En los capítulos 1 al 5 Enoc nos trae el anuncio de un juicio Universal, se afirma que el Dios supremo abandonará su morada celestial para mostrarse sobre la Tierra rodeado de sus ángeles. Los cap. 6 al 16 describen la caída de los ángeles rebeldes y citan los nombres de aquellos ángeles (astronautas) que desobedecieron el orden de Dios y se unieron con las hijas de los hombres. (Se refiere al comandante Semiasas y los 200 extraterrestres provenientes de las Pléyades que se unieron a las mujeres en el Monte Hermón. Esto se conoce como “el pacto del monte Hermón”: “Y se juntaron con las mujeres y tuvieron hijos gigantes” y “juramentaron el involucrarse todos”).
En los cap. 17 al 36 se narran los viajes de Enoc a diversos mundos y lejanos firmamentos. Los cap. 37 al 71 contienen “discursos gráficos”o imágenes que los dioses relataron al Profeta y recibió el encargo personal de trasmitir esos conocimientos a las generaciones futuras.
Los cap. 72 al 82 proporcionan datos sorprendentes y precisos sobre las órbitas del sol y de la luna, días intercalares, estrellas y la mecánica del Universo en general.
En su libro Enoc relata: “Me llevaron al cielo (¿quiénes?), penetré en el hasta que topé con un muro hecho de piedras cristalinas y rodeado de lenguas de fuego, y comenzó a inspirarme miedo. Atravesé las lenguas de fuego y me acerque a una casa construida en piedras cristalinas (¿cristal?). Las paredes de esa casa se asemejaban a un pavimento cubierto de losas de cristal. Su techo era como la trayectoria de los astros y de los rayos; un mar de fuego rodeaba sus muros y sus puertas despedían fuego.” (El relato de Enoc muestra sin lugar a dudas su traslado en una nave espacial a una nave nodriza que permanecía en órbita. A través de un techo de vidrio de seguridad, refractario al calor, podía ver las estrellas y meteoritos, así como también los fogonazos de los reactores de las naves más pequeñas).
En el cap. 15 Enoc nos relata lo siguiente: “Yo oí la voz del altísimo que me decía no temas Enoc, hombre recto y escritor de la justicia, ve y diles esto a los guardianes del cielo que te han enviado para que ruegues por ellos”. (Quienes eran estos guardianes?, que ya aparecen en la “epopeya de Gilgamesh” y aparecen aquí y allá en los textos fragmentarios del manuscrito de Lamek).
En el cap. 41 dice Enoc: “Vi los espacios del Sol y de la Luna, los lugares de donde salen y a donde regresan. Luego contemplé su esplendorosa vuelta, como un astro precede ordenadamente a otro y su grandiosa vía y como no salen de esa vía y nada añaden a ella, ni quitan de ella... después lo invisible y visible rumbo a la Luna que en cada lugar hace su recorrido de día y de noche.” (Enoc se adelanta a los estudios de Copérnico, Galileo y Kepler sobre los movimientos de los astros y la atracción del Sol).
Libro de consulta: “El mensaje de los Dioses” de Erich von Daniken.
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