jueves, 9 de agosto de 2012

En recuadro: Las Pirámides de Gizeh



Los cielos han sido el móvil de la ciencia durante milenios. Son para el hombre sus esperanzas y sueños sobre el mañana. La visión de aquellos primeros hombres que labraron sus ideas en la piedra no se refleja en ninguna parte con la plenitud que alcanza en las tumbas de los antiguos egipcios.
El complejo de las pirámides de Gizeh fue planificado minuciosamente por los sacerdotes egipcios y es una representación en la Tierra de la constelación de Orión, de donde provenían los antiguos egipcios, y a donde habrían retornado.
La antigua ciudad de Heliópolis (Ciudad del Sol) ha llevado a algunos egiptólogos a la conclusión de que la forma de la pirámide es esencialmente un símbolo solar, el cual, representa los rayos del sol bajando a la Tierra a través de las nubes. De ese modo la pirámide simboliza una rampa de piedra que lleva al faraón a su hogar nativo, el Sol. Las pirámides más allá de ser tumbas reales, tenían el fin de permitirle al faraón llegar tanto al cielo solar como al astral.

(Extracto de “Misterio De Orión”, de Bouvalt-Guibert)

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