sábado, 16 de junio de 2012

Un poco de Historia: La leyenda del quinto Sol



“Los Dioses convencieron a Chalchitlicue (Diosa de las aguas serenas) de que subiera al cielo y se convirtiera en Sol. Chalchitlicue no estaba muy convencida, pero al final accedió a ascender. Entonces los Dioses crearon a un hombre, pero se trató de una creación defectuosa: era tan pequeño y débil que se les perdía entre las manos. De este primer ser humano surgió una raza a su imagen y semejanza.
Estos primeros seres humanos deambulaban de un lugar a otro del planeta corriendo; pero eran impíos y habían vuelto la espalda a los dioses. Entonces Chalchitlicue se enojó con ellos y lanzó un diluvio sobre el mundo. Para adaptarse, esta raza se convirtió en raza de peces. Fue así como termino el primer Sol y la primera Vida.
Tiempo después los dioses crearon a otro hombre, le pidieron a Ocelotl, el jaguar, que se convirtiera en Sol. A diferencia del primer ser humano, este segundo era enorme, pero tan grande como torpe. Pronto esta raza empezó a chocar entre sí. Caían y se rompían en trozos pues no en vano estaban hechos de barro. Formaron las montañas, los animales y las plantas. Llegado un punto, Ocelotl bajó del cielo, concluyendo la segunda Vida y el segundo Sol.
A la segunda, siguió la tercera vez que los dioses decidieron crear a un ser humano. Pidieron al Dios del viento, Ehecatl, que fuera el Sol. Escarmentados los dioses por las dos experiencias anteriores fracasadas, se negaron a hacer a este hombre nuevo con barro y utilizaron como materia prima el maíz. Les salió tan perfecto que esta tercera raza no hacía otra cosa que mirarse en los espejos, pero ni construía templos, ni sacrificaba a los dioses. Enojados estos, transformaron a esta tercera raza en los animales de corral y así concluyó el tercer ciclo del tercer Sol y la tercera Vida.
La cuarta vez, los dioses pidieron a Tlaloc que subiera al cielo y se convirtiera en Sol. Volvieron a hacer al ser humano con maíz pero le injertaron un corazón. El problema era que este corazón resultaba tan grande que no había forma de acoplarlo. Así la raza que surgió era improductiva, buena de carácter pero inútil para cualquier tarea. Fue así como lo convirtieron en animales y concluyó el ciclo del cuarto Sol y la cuarta Vida.
Los dioses se negaron a hacer un quinto intento. Quetzalcoatl, por su parte, convenció a los dioses de que lo volvieran a intentar. Cuando Quetzalcoatl se va, los dioses le piden a Mictlantecuhtli que esconda los huesos con los que creaban a los hombres en lo más profundo del Mictlán; pero Quetzalcoatl, al enterarse, bajó al Mictlán por los huesos. Y fue así como apareció nuestra humanidad”.

Esta leyenda remite a un esquema cosmogónico similar al que en la primera mitad del siglo XX defendió el ingeniero alemán Hans Horbiger. Este ingeniero afirmaba que existieron cuatro lunas que cayeron una tras otra sobre la Tierra provocando grandes catástrofes en la corteza terrestre y la desaparición de especies y formas de vida. La historia no era lineal, sino que alternaba cumbres de civilización con momentos de barbarie.
Por lo demás, cuando la leyenda habla de los “Soles” y de su ascenso, todo parece extremadamente incoherente, a menos que se tome a cada ciclo como un experimento genético inspirado por tecnologías extraterrestres.

Extracto de Revista “Fenómeno OVNI”.

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