lunes, 25 de junio de 2012
La leyenda del Pachacuti:
La leyenda comienza con un personaje llamado Choque Auqui (que significa príncipe dorado), uno de los hijos de Huayna Cápac el último soberano Inca.
A principios del siglo XVI las profecías incas advertían un desenlace fatal para el imperio, las guerras externas e internas en las que encontraba el imperio, había alejado a su gente de la profunda raíz espiritual que dio origen a su civilización.
Fue así que la guerra entre dos de los hijos de Huayna Cápac (Atahualpa y Huáscar) empezaría una guerra civil que junto con la conquista española liderada por Pizarro marcarían el final de imperio Inca.
El avance de los enfrentamientos y las guerras fue destruyendo toda la sabiduría que quedaba de ésta civilización, como también todo lo bueno y puro. Fue en éste contexto que Choque Auqui decidió organizar una fuga colectiva rumbo a un lugar seguro, al último refugio que los incas tenían en lo profundo de la selvas del oriente, el Paititi. Para así salvar el legado espiritual de los incas de la oscuridad de la conquista.
Fue así que Choque empezó, acompañado por un numeroso grupo, el viaje secreto al Paititi. Cuentan los ancianos de las comunidades Q'eros de los Andes (difusores de ésta leyenda) que todas las mañanas Choque dirigía con los sacerdotes el saludo al Sol, con los pies descalzos en la tierra, elevando los brazos por encima de la cabeza y tomando una respiración lenta y profunda; luego los abría en arco exhalando por la boca con las palabras: “¡punchau chinan!” (que significa: ¡Hay que convertir en día!).
Al cabo de varios meses después de haber llegado al Paititi y haber sido coronado como Inca Rey, Choque se preparó para entrar en contacto con los Paco Pacuris (extraños sabios que residían en el interior de las cavernas). Éste contacto significaría el comienzo de un periodo de tiempo en el cual el inca esperaría por la restauración del mundo exterior.
Según la leyenda en ese momento se iniciaba una purificación dolorosa, un pachacuti, un periodo de tiempo de 500 años en el cual el Inca Rey, soberano Intipchurrin (hijo del Sol), se mantendría allí aislado hasta que el orden cósmico fuese restituido, y tanto la sabiduría como el conocimiento transmitido por los dioses volvieran a imponerse.
Como cuentan los ancianos de las comunidades Q'eros de los Andes, el tesoro guardado en aquella región apartada no estaba formado por joyas u oro. Paititi guardaría una estirpe de hijos de dioses, de sacerdotes así como el conocimiento secreto del culto solar. Se oculta allí la historia secular de un pueblo que unió la tierra con el cielo, sintetizando todo el saber de las culturas que lo precedieron. De “El Umbral Secreto” de Sixto Paz Wells.
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