jueves, 29 de marzo de 2012

Un poco de Historia: Números Mágicos



De todas las teorías de estos últimos años sobre los conocimientos científicos de nuestros más remotos antepasados, ninguna tan sorprendente como la defendida por Graham Hancock, un escritor de fama internacional, licenciado en sociología en la Universidad de Durhams y antiguo corresponsal en África para The Guardian y The Economist. Algunos de sus libros como: “Las huellas de los Dioses” y “Guardianes del Génesis” han sido éxitos mundiales.
Según éste autor y estudioso del pasado “los antiguos establecieron una red de meridianos a lo largo del planeta similar a la nuestra “moderna”, que emplearon no sólo para navegar sino también para situar sus monumentos más sagrados”.
De acuerdo a esa idea, el meridiano cero (de Greenwich) ancestral, estuvo situado sobre la meseta de Gizeh, en Egipto, justo donde se levanta la Gran Pirámide. Hay varias razones para sostener ésta tesis: Si extendemos imaginariamente uno de los ejes de la Pirámide atribuida a Keops a lo largo de todo el Planeta, dividiríamos la Tierra en dos mitades donde encontraremos idéntica superficie de agua y tierra. Esta peculiaridad y ciertas características astronómicas del edificio, permiten suponer que la Gran Pirámide fue una especie de Marcador geodésico gigantesco.
Pero marcador ¿Para qué? Hancock responde a ésta pregunta sin titubear, de sus investigaciones se deduce que los poseedores de aquel ancestral conocimiento orientaron sus monumentos a ciertas estrellas, conscientes de que éstas no están siempre fijas en el cielo. “Ellos, como nuestros modernos astrónomos, sabían que los Astros se desplazaban a razón de 1 grado cada 72 años y convirtieron ese número en sagrado”. Los 72 genios de la Cábala, los 72 invitados a la cena que Set organizó para dar muerte a Osiris, así como los múltiplos de 12 (48-36-12, etc.) se convirtieron en cifras sagradas para muchos pueblos (por ejemplo el número 72 lo encontramos en tradiciones judías y egipcias).
Pero el descubrimiento del origen astronómico de estos números ha llevado mucho más lejos: a 72° grados al este de Gizeh se encuentra Angkor, la ciudad sagrada de Camboya; otro número sagrado separa ésta de la Isla de Pohnpei, conocida por sus estructuras Megalíticas y otro tanto sucede con Nazca en Perú.
Recientemente se encontró otra relación en grados entre las pirámides de Güimar (Islas Canarias) y las de Gizeh (Egipto); el primer enclave, situado a 16,24° longitud oeste, está situado a 48° grados de diferencia de las pirámides egipcias, número sagrado para los antiguos.
Según Hancock, hubo una cultura que alcanzó una gran sabiduría a través de una exploración a conciencia del Ser Humano y de su condición (Los Hermanos Mayores?). Tanto Gizeh, Angkor, Pohnpei y otros muchos sitios sagrados de la antigüedad, fueron considerados como “puertas hacía el más allá”. El caso más claro es el de los egipcios, que construyeron las pirámides en Gizeh, considerado “el Reino de Osiris” y lo emparentaron con otro “Reino de Osiris” celestial, que llamaban Duat y que no es otro que la Constelación de Orión; las pirámides en Gizeh actuaban como la puerta terrestre para ascender a los cielos (en otro Boletín ampliaremos éste tema). Extracto de “El espejo del Cielo” de Graham Hancock.

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