domingo, 14 de junio de 2020

JESÜS EL ESENIO

Así como la vida de los océanos no es gobernada por las olas de la superficie, sino por las poderosas corrientes existentes en las profundidades, sobre las que descansan enormes montañas de agua, del mis­mo modo, la historia del género humano no se basa en sus reyes y princesas, ni en la gloria y la caída de los imperios, sino en la sucesión de las grandes revelaciones recibidas por la humanidad.
Según las tradiciones esenias, el primer maes­tro conocido de la humanidad fue Enoch, fundador de la Hermandad Esenia, quien enseñó cómo unir la mente humana con el océano cósmico de pensa­miento, infinito y eterno. Luego vino el sumerio Zaratustra, con sus enseñanzas sobre el Asna, el orden cósmi­co. Después de él, Moisés, quien bajó del monte Sinaí y obtuvo las tablas que contenían las comuniones esenias con los ángeles.
Otro eslabón fueron las enseñanzas de Buda, quien en la India, puso en movimiento la rueda cósmica de la vida. Por último surgió la Hermandad Esenia del Mar Muerto, donde creció el árbol esenio de la vida, cuya rama más importante está representada por el esenio Jesús, el último y por consi­guiente, el más cercano a nosotros de todos los grandes maes­tros de la humanidad. La quintaesencia de su revelación está manifestada en el Sermón de la Montaña.

¿Por qué es necesario que cada pocos miles de años un gran maestro deba venir a la humanidad? ¿Será porque las enseñanzas de sus predecesores estuvieron incompletas o fue­ron insuficientes? ¿Es el último maestro superior a los anterio­res, o al contrario? Para comprender la esencia del Sermón de la Montaña y el rol que juega Jesús el Esenio, debemos res­ponder a estas preguntas.
De acuerdo a las tradiciones esenias, cada uno de los grandes maestros de la humanidad nos reveló la verdad com­pleta y absoluta, pues las leyes de la vida y del universo han sido, son y serán siempre las mismas.
Desde el punto de vista esenio, las revelaciones de cada maestro tienen dos aspectos: uno interno o esotérico y otro externo o exotérico. El valor y alcance de la revelación de cada gran maestro no está limitado por él mismo con todo su infi­nito conocimiento, sino por la capacidad de sus discípulos y seguidores para entender sus enseñanzas.

En todas las épocas, los grandes maestros han aportado conocimientos muy completos acerca de las leyes de la vida y del universo. Esta información ha sido transmitida a sus discípulos, los cuales representan una minoría cuya evolución personal les permitió asimilar las enseñanzas de su maestro en su totalidad.
Ésta es una realidad que aún se mantiene, ya que sólo una minoría es capaz de entender los distintos aspectos de la verdad. Es por esto que cada gran maestro hizo sus revelacio­nes en forma esotérica, para que estas verdades fueran absolu­tas, multifacéticas, ilimitadas y universales, y al mismo tiempo las hizo de un modo exotérico, adaptado al grado de compren­sión de las masas de su época. Esta enseñanza exotérica, de fácil comprensión para las multitudes, llegó a ser el pensa­miento de millones de personas, entre quienes fue propagada, aunque en la expansión de esta verdad, una parte de la pro­fundidad de la revelación tuvo que ser sacrificada. La grande­za de cada maestro residía en su habilidad para revelar exacta­mente lo que las multitudes necesitaban y podían entender y seguir. La adaptación de estas grandes enseñanzas universales a una época en particular es una tarea de primera magnitud.

En lo que respecta a la enseñanza esotérica, la genialidad de los grandes maestros de la humanidad fue su habilidad para elegir de entre la multitud a los pocos que tenían el necesario nivel de evolución individual para comprender, vivir y practicar las revelaciones que recibieran.
La esencia del Sermón de la Montaña está contenida en los pri­meros nueve versos, dos de los cuales son introductorios, y el resto lo componen las siete Bienaventuranzas. Mimos a considerarlos desde un punto de vista universal como un resumen de lo dicho anteriormente, y sus comentarios estarán basados en dos textos: el Evangelio según San Mateo, que ha sido oficialmente adopta­do por las iglesias, y el Evangelio de los Esenios, el cual fue con­siderado como ilegítimo y falso por los primeros sínodos.
Edmond Bordeaux Székely
Disertación realizada en 1940, en la escuela esenia de La Puerta,
Baja California.

No hay comentarios: