miércoles, 2 de junio de 2010

Las Profecías de los Indios Hopi (última entrega)



El cuarto signo: El Gran Abuelo no supo cuanto tiempo pasó a la entrada de la Gran Caverna, ni le importaba, porque había obtenido la visión por la que había venido. Fue en su última noche que vino su cuarta visión, esta vez en la forma de la voz de un pequeño niño. “El signo cuarto y final se verá en los diez inviernos siguientes, después de que las estrellas sangren. Durante este tiempo la Tierra se curará a sí misma y los hombres morirán. Por estos diez años, los hijos de la Tierra deberán permanecer escondidos en lugares remotos, sin un lugar de residencia permanente, evitando todo contacto con las fuerzas del hombre. Deberán permanecer escondidos, como los antiguos nómades y luchar contra la necesidad de retomar el contacto y la destrucción. La curiosidad matará a muchos.
Hubo un largo silencio. El Gran Abuelo pregunto al niño: ¿Habrá gran calamidad en todo el Mundo? Otro prolongado silencio y el niño de nuevo habló: Habrá gran calamidad como no es posible imaginar. Las aguas correrán sucias, envenenadas con los pecados de los hombres regando los suelos, lagos y ríos. Las cosechas se perderán, los animales del hombre morirán y la enfermedad matará a las masas. Los nietos se alimentarán de los despojos de los muertos y todo será gritos de dolor y angustia. Pandillas de hombres cazarán y matarán a otros hombres por alimento, y el agua siempre será escasa y más escasa por cada año que pasa. Las tierras, el agua, el cielo estarán envenenados y el hombre vivirá en la cólera del Creador. Al principio el hombre se refugiará en las ciudades, pero allí morirán. Unos pocos escaparán a lugares remotos, pero la naturaleza salvaje los destruirá, porque hace mucho tiempo les fue dada la oportunidad. El hombre será destruido, sus ciudades en ruinas, y entonces sus nietos deberán pagar por los pecados de sus abuelos y abuelas.
¿No hay ninguna esperanza? Pregunto el Gran Abuelo. El niño replicó: Sólo hay esperanza cuando se vean los primeros dos signos. En el tercer signo, la noche sangrienta, ya no hay esperanza, porque sólo los hijos de la Tierra podrán sobrevivir. Se dará al hombre estos signos de advertencia. Si no se les presta atención, no podrá haber esperanza, porque sólo los hijos de la Tierra serán purgados de los cánceres de la Humanidad, del pensamiento destructivo de la Humanidad. Serán los hijos de la Tierra quienes traerán la nueva esperanza de una nueva sociedad viviendo más cerca de la Tierra y del espíritu.
Luego se hizo silencio. El paisaje se despejó y todo volvió a ser normal. Y el Gran Abuelo salió de su visión, estremecido, y dijo que había vagado durante toda la nueva estación, tratando de comprender lo que había recibido, tratando de entender porqué él había sido elegido para recibir el mensaje”.

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