miércoles, 7 de diciembre de 2011
Las Profecías (2° parte): El Milenarismo
Al acercarse el año 1000 d.C. todo el mundo esperaba el fin de los tiempos y el juicio final profetizado por la Biblia. Al aproximarse el “fin del Mundo” miles de personas se pusieron en marcha hacía Europa para asistir a la llegada del Señor; pero el Señor no apareció y la Tierra no fue destruida por ningún cataclismo.
Esta visión se debe a la concepción de un tiempo cíclico; la Biblia empieza con la creación (el Génesis) y termina con un cataclismo (el libro de la Revelación). Por lo tanto era lógico pensar que la historia tenía un comienzo y un fin.
Nostradamus, Heráclito, Aristarco de Samos, Orígenes e Hiparco, habían tratado de calcular el momento final de la Humanidad y convencidos de su propia concepción del tiempo, los antiguos astrólogos empezaron a buscar una relación concreta entre el carácter cíclico de los movimientos de los planetas y el carácter cíclico que hubiera tenido que regular la historia humana.
El Annus Magnus (gran año), sería precisamente el período de tiempo empleado para todos los planetas para volver a la misma posición que ocupaban en el instante de la creación (el grado 0 de la Constelación de Aries).
Las profecías del Mago Merlín:
La leyenda ubica al mago Merlín hacía el s. IV d.C. y lo relaciona directamente con el Rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda en el mítico Reino de Camelot. Sus profecías hablan del “renacer después de la muerte”, de mares que destruirán los territorios, de vientos huracanados con “rachas espantosas”; para algunos estudiosos Merlín habría llegado a predecir la bomba atómica, el ascenso de Hitler y la 3° Guerra Mundial. Pero el elemento central del mensaje de Merlín es la crítica constante a un mundo, que cuanto más tiempo pasa, más parece gobernado por unos principios que no guardan relación alguna con la moralidad y el buen juicio.
Extracto de “Las Grandes Profecías” de Roberto Buccellani.
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