Cuando nuestro Padre-Madre nos crea, nos regala dones y virtudes, y espera que pongamos en práctica su mismo principio, darlo todo, porque de esta manera recibiremos mas de lo que damos. Esta facultad de amar nos vuelve “livianos” de modo tal que sentimos como somos “recargados” por ese sentimiento a cada instante. Este es nuestro verdadero tesoro y nuestro primer premio es obtener, por ejemplo, el nombre cósmico como producto de haber aligerado nuestra carga material. ¿Cómo podemos vivir en común-unidad cuando no hemos sido capaces de ceder nuestra “chacrita”? ¿Cómo esperar cosas superiores si no hacemos cosas superiores? La respuesta es simple. Debemos sincerarnos con nosotros mismos primero que nadie, hacer una retrospectiva y ver que cosas hemos de mejorar para que nos haga sentir mejor, y nos relacione o reivindique con el resto del mundo.
Hagamos que la “chacrita” llena de cosas materiales sean instrumentos para culminar esta 3° dimensión sin que pasen a ser esenciales y difíciles de desapegar de nuestras vidas. Cada “tesoro” que intentamos atesorar será improductivo, sólo cuando lo demos, cumple su función de riqueza.
Cuando suene el Anrrom, no quedará piedra sobre piedra que podamos llevar, porque hacia donde vamos no necesitamos ningún equipaje, solo nuestro legado de Amor Universal, que nos promete una vida nueva y mejor. Tan solo depende de nosotros mismos, de haber utilizado el don que el Padre nos ha dado en la forma correcta y entendiendo el objetivo
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