lunes, 24 de octubre de 2011

Sobre nuestros ancestros: Vaimaca Pirú o la muerte por melancolía



(...) A los pocos días de estar en la mansión (Museo de París) murió Senaqué. Estaba como la tierra yerma y el silencio fue su único testamento. Antes de retirar el cadáver dos artistas modelaron su rostro en cera y la mascarilla fue colgada en la pared de la misma habitación donde los sobrevivientes eran diariamente mensurados y pesados por tres médicos y un naturalista.
(...) Dos meses después, al dar a luz una niña, murió Guyunusa; su mascarilla fue colocada a la izquierda de la de Senaqué. Tacuabé pareció resignarse a los hechos e incluso dejó que la niña -luego de amamantada por una mujer de senos voluminosos- fuese revisada, medida y calculada minuciosamente, hasta que una tarde, la segunda vez que fue autorizado a pasear con su hija por el bosque, huyó abrazado a ella, aprovechando la errónea confianza de los vigilantes y la confusión de un atardecer grisáceo cargado de niebla temprana.
En lo sucesivo las sesiones con Vaimaca fueron más acuciosas. Cada cosa que descubrían en su cuerpo y cada detalle de su comportamiento eran registrados en gruesos cuadernos con tapas de hule. (...)
Poco antes de morir Vaimaca fue aderezado con lanza y boleadoras, y exhibido durante tres días a un público variadamente satisfecho en sus expectativas. (...) Durante esos tres días Vaimaca se negó a comer; sólo acepto sorbos de agua fresca; dos días después murió. Los médicos coincidieron en diagnosticar “muerte por melancolía” y todo parece indicar que así fue. Prof. Hugo Licandro (De “Final propuesto”).

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