Revolución es cambio. Si como especie humana anhelamos seguir viviendo, debemos ser valientes revolucionarios dispuestos a desechar esta civilización que nos conduce a la muerte y construir solidaria y amorosamente la civilización respetuosa de la vida.
Esta Revolución significa cambiar de cultura. Abandonar la cultura antropocéntrica para incorporarnos a la Cultura Biocéntrica que ya la tienen Pueblos Originarios.
Las conductas humanas expresan la manera en que se concibe el mundo. Un grupo humano que se caracteriza manifestándose por conductas que han sido naturalizadas, es identificado como perteneciente a una determinada cultura.
Tanto el capitalismo como la ciencia hegemónica, son conductas humanas emergentes de la cultura antropocéntrica, la cultura del patriarcado que jerarquiza el poder y la fuerza.
En esta cultura el ser humano cree que es el centro de todo y como tal se ubica por fuera de la Naturaleza. Asume la lógica del dominador que explota a toda forma de vida, incluida la de otros seres humanos.
Ha impuesto un modelo de falso progreso sustentado por un aparato industrial-militar que provoca la desaparición de miles de especies vivas por año, a punto tal que la propia especie humana se halla en riesgo de desaparecer.
Apoyamos con entusiasmos propuestas y concreciones políticas que promueven la equidad distributiva y la justicia social y que dan pasos concretos hacia la liberación.
Sin embargo, somos plenamente conscientes que todo lo que surja del antropocentrismo no alcanza para garantizar la supervivencia de la humanidad. El antropocentrismo no tiene en cuenta que nuestra vida depende de la vida de todos los seres.
Los Pueblos Originarios nos enseñan el camino del “sumak qamaña” (*) el camino del Vivir Bien. Un “Vivir Bien” en el cual todas y todos podamos transcurrir nuestro ciclo planetario en un ser y en un estar saludable, con “alegremia”. No se trata el “vivir bien” del consumismo y de la acumulación.
Es indispensable tomar conciencia que todas las formas de vida son justamente vida y no “recursos naturales”. Somos Naturaleza, somos una hebra más en el tejido de la Vida.
Una revolución no es necesariamente estruendosa ni agresiva. Todos los seres humanos somos hermanos. Peleándonos insensatamente nos destruimos. Toda forma de vida es nuestra hermana. Agrediéndola desapareceremos.
La Revolución es abandonar el antropocentrismo, despojarnos de la cultura patriarcal y abrazarnos al biocentrismo, a la Cultura Matrística.
La Revolución que estamos proponiendo es la de volver a sentir que somos Naturaleza.
Jallalla” es una voz aymara, que expresa esperanza, satisfacción y agradecimiento por la vida, y que comúnmente se utiliza al principio o al final de un acto espiritual.
Volver a sentirnos Naturaleza es un acto espiritual. ¡Jallalla!
( Por Julio Monsalvo )
domingo, 21 de octubre de 2018
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario