¿Universos paralelos? Claro que sí. Existen conjuntamente con nuestro mundo tridmensional, aunque no podemos percibirlos porque vibran a una frecuencia demasiado alta para nuestros limitados cinco sentidos humanos. Son accesibles mediante telepatía, los viajes astrales y en el tiempo, los desdoblamientos, la meditación y todos los fenómenos que se dan en estados alterados de conciencia. Inmediatemente arriba de nuestro mundo en la escala de vibración se encuentra la cuarta dimensión. Un mundo al que, según los postulados de la Nueva Era, nos estamos encaminando día a día por el sutil cambio de las frecuencias vibratorias de las personas y del planeta. En esta primera parte del artículo sentaremos las bases de lo que es la Cuarta Dimensión y abordaremos lo que dice la ciencia al respecto.
¿Se ha puesto a pensar alguna vez porque siempre le damos tanta importancia a las tres dimensiones de nuestro mundo? Hasta los dibujos animados tridimensionales se hacen famosos por mostrar los tres planos de nuestra realidad, y no sólo dos, como las caricaturas antiguas dibujadas a lápiz, donde sólo resaltaba el largo y el alto de las figuras. Ahora se les puede dar, además, profundidad; o sea, una tercera dimensión: el ancho. Eso ya es motivo de que aplaudamos maravilllados.
La ciencia reconoce oficialmente los tres aspectos de la dimensión en la que nos movemos: ancho, largo y alto. Pero esa es nuestra realidad , la que conocemos todos los días en este mundo, pero no la única. El espacio en sí mismo, considerado en forma abstracta como una matriz de creación, es capaz de contener infinitas dimensiones. Paralelamente a esta dimensión tridimensional, también existen otras, planos de cuatro dimensiones y más, donde hay mucho más que largo, alto y profundidad. Se dice que las dimensiones son 12; siete son materiales, o sea pobladas por seres con cuerpo físico; la octava, novena y décima corresponden al plano puramente mental, o de la conciencia, y la once y la doce son el reino del espíritu puro, de la luz divina. Cada una son como los peldaños de una escalera siempre ascendente, donde se desenvuelven infinidad de esencias superiores, también en estado evolutivo, como ángeles y maestros ascendidos, hasta llegar a Dios, la Conciencia Absoluta.
Partiendo de esa base, queda claro que no sólo existe lo que vemos con los ojos y percibimos con nuestros cinco sentidos en este mundo de tres dimensiones.
Que nuestros sentidos son limitados queda claro si pensamos que sólo vemos en longitudes de onda de 4 a 7 Mil Unidades Amstrong, y no oímos sonidos por encima de los 20 Kilohertz). Así como existe esta dimensión, la tercera, donde existimos y nos movemos los seres del reino animal, y donde lo real es lo tangible, lo que se ve, se toca, se huele, se oye y se saborea, existen otras dimensiones o planos paralelos, donde lo físico no es lo predominante, donde los cuerpos materiales no existen, y obviamente no podemos esperar percibir esos mundos inmateriales con sentidos materiales. Sería contradictorio. Son los dominios de la escencia, el espíritu, la mente, la conciencia pura, y se aprehenden con otros medios, también mentales y espirituales. En esos reinos, por ejemplo, se mueven los espíritus de personas desencarnadas que ya no pertenecen al mundo físico y por eso no las podemos ver ni percibir con nuestros sentidos, pero no por eso han dejado de existir, de ser. Simplemente, han cambiado de dimensión; han pasado del plano material en tres dimensiones a uno superior, donde el cuerpo ya no es sinónimo de ser.
La creencia universal aceptada por todas las religiones, cada cual a su modo, es que es el espíritu humano debe avanzar, evolucionar e ir ascendiendo a esas dimensiones superiores en pos de su perfección espiritual. Cada una es un grado más de avance, un peldaño que lo acerca más a Dios luego de superar diversas pruebas en cada una de los planos precedentes.
Para entender el mundo de las dimensiones paralelas hay que tener clara otra cosa; que en el universo todo es energía, todo palpita, vibra, se mueve y cambia. Desde los cuerpos más pesados, como las rocas, hasta los más sutiles y etéreos, como el espíritu, como los pensamientos. Los cuerpos físicos, sólidos, como los nuestros, por tener materia vibran en una frencuencia densa, pesada, baja. En cambio, el espíritu, la mente, la conciencia, libre ya del peso del cuerpo, vibra, se mueve y existe en una frecuencia superior, más rápida y liviana, correspondiente a planos o dimensiones superiores. Por eso se dice que los espíritus ascienden; porque en verdad se elevan a una dimensión superior a la de la materia sólida. Las distintas dimensiones están separadas por una octava de vibración; la de arriba vibra una octava más alto que la que la precede y es más sutil y liviana, al estar conformada por cuerpos cada vez más etéreos que vibran en frecuencias cada vez más altas.
No podemos pedirle a la ciencia moderna, que se basa sólo en lo tangible, en fenómenos perceptibles por nuestros sentidos y suceptibles de ser repetidos y comprobados empíricamente, que nos ayude a develar lo que sucede en las imperceptibles dimensiones superiores a la nuestra. Quizás no es esa su tarea, y está bien. Pero tampoco es su tarea negar la existencia de lo que no puede comprobar por sus propios métodos materiales. Afortunadamente, ha sido este mismo criterio estrecho de tantos científicos lo que más ha ayudado a la comprensión por parte de mucha gente de la existencia de dimensiones superiores; al buscar respuestas para muchos fenómenos que la ciencia no puede darle, el mundo ha ido saliendo de la ignorancia y evolucionado hasta este nuevo tipo de conocimiento. (continuarà)
Alejandra Bluth Solari
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