Los OVNIs no son lo mismo que vida extraterrestre. Pero deberíamos empezar a pensar en esa posibilidad.
El término "OVNI" desencadena automáticamente la burla de la mayoría de los sectores de la alta sociedad. Una de las mejores sátiras de Christopher Buckleys "Little Green Men" (Pequeños hombres verdes), cuenta la historia de un erudito al estilo George F. Will que piensa que ha sido abducido por una nave extraterrestre, con divertidos resultados. Los OVNIs han estado históricamente asociados con ideas extravagantes como Big Foot o teorías conspirativas que involucran círculos en cultivos.
Esto ocurre porque el término "UFO" se entiende normalmente como un sinónimo de "vida extraterreste". Si lo piensas, es extraño. UFO literalmente significa "unidentified flying object" (en español OVNI, Objeto volador no identificado). Un OVNI no es necesariamente un alien de otro planeta. Es simplemente un objeto volador que no puede explicarse por medios convencionales. Sin embargo, como los OVNI se han utilizado frecuentemente para hacer bromas, han sido desestimados durante décadas.
Una de las publicaciones escritas más desafiantes que he conocido fue la de Alexander Wendt y Raymond Duvall que presentaron un borrador de "La soberanía y los OVNI". En el estudio, que después se publicó en la revista Political Theory, Wendt y Duvall defendieron que la soberanía del estado es como sabemos antropocéntrica, o constituida y organizada por los seres humanos únicamente. Ellos argumentaron que la razón de que los OVNIs hayan sido desestimados es por el desafío existencial que estos suponen para una visión del mundo en la que los humanos son los que cuentan con formas de vida tecnológicamente más avanzadas:
Los OVNIs nunca han sido investigados sistemáticamente por la ciencia o por el estado, porque es sabido que no existen los extraterrestres. Sin embargo, esto se desconoce, lo que hace que el OVNI sea desconcertante ante la posibilidad de la vida extraterrestres… El enigma se explica por los imperativos funcionales de la soberanía antropocéntrica, que no pueden reconocer en el UFO una excepción al antropocentrismo, mientras preservan la capacidad de asumir esa concepción. El OVNI puede ser "conocido", sólo si no se preguntan qué es.
Cuando Wendt y Duvall hicieron esta publicación, se escucharon muchas risitas nerviosas entre los lectores. Yo también me reí entre dientes. Sin embargo, sus papeles consiguen persuadir al lector acerca de la verdadera existencia de los OVNI, incluso si ellos no son extraterrestres necesariamente. Para ellos, la clave es que ninguna autoridad presta atención a la idea de que los UFOs pueden ser extraterrestres. Como ellos señalan, "se hace un gran trabajo para que se ignore a los OVNIs, considerándolos objetos ridículos y despreciándolos".
En los últimos años, sin embargo, ha habido un cambio sutil que plantea algunas preguntas interesantes sobre el argumento de los autores. Por un lado, el debate de la existencia de los UFO ha centrado la cobertura de medios respetables. En diciembre de 2017, New York Times publicó una historia de Helene Cooper, Ralph Blumenthal y Leslie Kean sobre los avances del programa de identificación de amenazas aeroespaciales del Departamento de Defensa, que tenía el objetivo de catalogar ovnis avistados por pilotos militares. Los oficiales del departamento de defensa confirmaron su existencia. A pesar de que esta historia generó un escepticismo justificado, representó la primera vez que el gobierno de Estados Unidos reconoció la existencia de dicho programa.
Después, llegó a las noticias el pasado noviembre la existencia de Oumuamua, "un misterioso objeto interestelar con forma de cigarro que cayó desde nuestro sistema solar a una velocidad extraordinaria", según Eric Levits, de Nueva York. La forma y la trayectoria de Oumuamua eran suficientemente inusuales para un grupo de astrofísicos, que publicaron un trabajo en el que defendían que el objeto podía ser una construcción artificial basada en una vela solar. De nuevo, esto provocó reacciones escépticas, pero incluso esos escépticos no pudieron descartar por completo la posibilidad de que hubiera sido creado por extraterrestres.
Entonces, un lunes, el New York Times salió con una nueva historia escrita por los mismos reporteros que lanzaron la noticia de 2017:
"Los objetos extraños, uno de ellos como una peonza que se movía contra el viento, aparecieron casi a diario desde el verano de 2014 hasta marzo de 2015, a gran altura, en el cielo de la costa este. Los pilotos de la marina informaron a sus superiores que los objetos no tenían motores visibles o columnas de escape infrarrojas, pero que podían alcanzar los 9.000 metros sobre el nivel del mar y velocidades hipersónicas".
"Estas cosas estarían ahí fuera todo el día", dijo Ryan Graves, un piloto F/A-18 Super Hornet que ha trabajado para la marina durante 10 años y que reportó sus avistamientos al Pentágono y al Congreso. "Mantener un avión en el aire requiere una cantidad significativa de energía. Con las velocidades que observamos, 12 horas en el aire son 11 horas más de lo que esperábamos".
Nadie en el Departamento de Defensa dice que esos objetos sean extraterrestres, y los expertos también consideran que detrás de este tipo de incidentes suele haber explicaciones terrestres. Lieutenant Graves y otros cuatro pilotos navales, que dijeron en las entrevistas con New York Times que vieron objetos en 2014 y 2015 durante maniobras de entrenamiento en Virginia y Florida -fuera del portaviones Theodore Roosevelt- no hicieron ninguna afirmación de su procedencia.
Los reporteros de The Times hicieron grandes avances al conseguir las grabaciones de las declaraciones de los pilotos. Lo interesante de este último ciclo de noticias, sin embargo, es que los funcionarios del Departamento de Defensa no se están comportando como Wendt y Duvall predijeron. De hecho, Bryan Bender, de Político, informó el mes pasado que "la marina de los Estados Unidos está elaborando nuevas pautas para que los pilotos y el resto del personal informen sobre los encuentros con "aeronaves no identificadas", un nuevo paso significativo para crear un proceso formal a través del cual recopilar y analizar los avistamientos inexplicables y no estigmatizarlos.
Mi compañera de The Post Deanna Paul continuó con el tema e informó que "Luis Elizondo, un antiguo oficial de inteligencia, dijo que las nuevas pautas de la marina formalizaron el proceso de presentación de informes, facilitando el análisis basado en datos, y eliminando el estigma de hablar de UFOs, y lo calificó como "la decisión más importante que ha tomado la Marina en décadas".
Lo que parece que está ocurriendo es que los organismos oficiales del estado ahora están reconociendo que los OVNIs existen, incluso cuando no están utilizando literalmente el término. Ellos lo están haciendo porque un número considerable de pilotos están reportando avistamientos de OVNIs, y la posibilidad de que se produzcan colisiones, por lo que buscan garantizar un mejor registro. Ellos no están diciendo que los OVNIs sean extraterrestres, pero están intentando no estigmatizar el reporte de un OVNI.
El hecho mismo de que se haya dado este paso debilita un poco la tesis de Wendt y Duvall. Ese fue siempre un proceso de dos pasos (a) reconocer que existen OVNIS; y (b) considerar que los OVNIS podrían ser extraterrestres.
En los últimos años, las altas esferas de seguridad nacional de EEUU han dado el primer paso. ¿Qué ocurrirá con nuestra concepción del universo si los grandes poderes dan el segundo?
Por Daniel W. Drezner
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