Cambio climático, desastres naturales…
La publicación anual del Foro Económico Mundial sobre los Riesgos Globales advertía, entre otros posibles riesgos, de las graves catástrofes naturales, del fracaso de medidas de mitigación del calentamiento global (2017 pasó a la historia por estar entre los tres más cálidos desde la Revolución industrial), del aumento de refugiados climáticos (64 millones, 1.000 millones en 20 años según Naciones Unidas), etc. Desgraciadamente no tuvimos que terminar el pasado año para ver que se cumplían todos estos malos augurios.
Por otro lado, a otro ritmo al que sigue la Tierra, la Casa Blanca anunciaba el abandono de EEUU del Acuerdo de París mientras los otros 195 países ratificaban su compromiso escribiendo la letra pequeña del Acuerdo durante la cumbre del clima de Bonn. La salida de EEUU estimuló la aparición de nuevos liderazgos en la lucha contra el cambio climático (China, Canadá, Unión Europea, etc.) cerrando el año con One Planet Summit, cumbre organizada por Francia que evidenció el respaldo internacional a los planes para descarbonizar la economía.
Previo impulso político al gran Acuerdo, países y empresas ya comenzaron a implementar medidas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Una de las consideradas más efectivas seguirá siendo un tema de interés, el precio del carbono. Algunos casos de éxito han sido noticia, como el ejemplo de Reino Unido que gracias al impuesto al carbono que introdujo en 2013 está liderando la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero entre las grandes potencias de Europa.
Contaminación atmosférica, el adiós del diésel
La Organización Mundial de la Salud en 2017 estimó que una de cada nueve muertes en todo el mundo es el resultado de condiciones relacionadas con la contaminación atmosférica. Esta es la razón por la que las ciudades están aumentando las medidas de restricciones al tráfico así como el fomento de la movilidad sostenible.
París, Ciudad de México, Oslo o China son algunas de las múltiples geografías que están prohibiendo los coches diésel y estableciendo ayudas a la compra de coches eléctricos e híbridos con el objetivo de cambiar el parque automovilístico por uno no contaminante.
Economía circular y la lucha contra la obsolescencia programada
La economía circular, la obsolescencia programada o la gestión de residuos no han gozado de la misma popularidad que los temas descritos anteriormente. No obstante ha habido algunos avances que tendrán influencia en futuras acciones. La Comisión Europea adoptó un “paquete de nuevas medidas sobre la economía circular para ayudar a las empresas y los consumidores europeos en la transición a una economía más sólida y circular, donde se utilicen los recursos de modo más sostenible”.
En 2017, el Parlamento Europeo aprobó la Resolución sobre una vida útil más larga para los productos: ventajas para los consumidores y las empresas que, entre otros aspectos, incentiva fiscalmente los productos que apuesten por la calidad, la durabilidad y que sean de fácil reparación.
La gestión de residuos por parte de las empresas y países ha vuelto a la primera plana después de la reciente decisión de China de prohibir la importación de basura extranjera. De esto modo, el gigante asiático traslada la responsabilidad a los exportadores de replantearse sus modelos de consumo y reciclaje de plásticos.
Fuente: sostenibilidad.com
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