miércoles, 9 de marzo de 2016

Un interesante análisis de la realidad.

“Está claro que nos enfrentamos a una crisis mundial sin precedentes. No
pasa un solo día sin que los medios de comunicación nos recuerden las
alteraciones del clima, la existencia de
especies en vías de extinción, la
inestabilidad económica, la
contaminación, la pobreza, las
hambrunas, el terrorismo o las guerras.
Estos problemas no son cuestiones
aisladas, independientes. El “Club de
Roma”, en su influyente informe “Los
limites del crecimiento”, los definió
como “una problemática global”, un
conjunto complejo de problemas
interrelacionados. Sin embargo solemos
tratarlos por separado. Intentamos
controlar los recursos naturales que se
agotan, reducir las emisiones de dióxido
de carbono, multar a quienes contaminan, respaldar a los bancos que tienen
problemas, capturar a los terroristas y castigar a los drogadictos. Raras
veces analizamos la raíz de nuestros problemas.
Esto no es lo que haríamos con nuestro cuerpo. Si visitáramos al médico
porque nos duele el estómago y lo único que hiciera el doctor fuera darnos
un analgésico, no le consideraríamos un buen profesional. Un buen médico
querría llegar al fondo del asunto, a la causa del dolor.
Si no se trata la causa, la raíz, es casi seguro que los síntomas vuelven a
aparecer. Sin embargo, cuando se trata de la enfermedad de nuestro
Mundo, a menudo no tenemos en cuenta las cuestiones subyacentes. Nos
concentramos en resolver los numerosos síntomas, y luego nos
preguntamos cómo es que el problema no ha desaparecido.
Cuando nos planteamos cuales son las causas de la problemática mundial,
descubrimos una y otra vez, que se trata de factores humanos: decisiones,
pensamientos y valores humanos. La crisis a la que nos enfrentamos es,esencialmente, una crisis de conciencia, de percepción y de valores. Cada
vez es más evidente que los valores materialistas dominantes deben ser
equilibrados por otros que tienen la misma importancia: el cuidado de la
vida, la compasión y el respeto.
Estos valores no son ajenos a ninguno de nosotros y pueden hallarse en
todas las culturas. Sin embargo, el énfasis excesivo que pone la sociedad
occidental en la faceta material de la vida ha llenado hasta tal punto nuestra
mente de deseos, inquietudes, planes y lamentaciones que esas cualidades
raras veces salen a la superficie.
Es el momento de cambiar el orden de las cosas, y que los valores
espirituales sean los que guíen las decisiones de la humanidad. Esto no
quiere decir que renunciemos a nuestra vida mundana; simplemente es una
invitación a llevar una vida más equilibrada, que esté en armonía con
nuestro entorno, sin tomar demasiado ni destruir nada innecesariamente.”

Peter Russell ( científico, escritor y orador
inglés, miembro del instituto de ciencias y de la fundación Findhon;
psicólogo recibido en la Universidad de Cambridge y autor de varios
libros: “De la ciencia a Dios”, “El cerebro global” y otros.)

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