El Alma busca a Dios
como el aire caliente busca las alturas
o los ríos corren hacia el mar.
Y tiene dos poderes: el deseo de buscar
y la capacidad de luchar por lograrlo.
El Alma nunca pierde su camino,
del mismo modo que el agua
no corre montaña arriba.
Por eso todas las almas alcanzarán a Dios
no importa cuánto se demoren.
La sal no pierde sus propiedades
cuando se mezcla con el agua del océano.
El alma no pierde la sed de Dios.
Es eterna, y algún día será saciada.
Cuando encuentre a Dios
descubrirá que también El la estaba buscando.
Kahlil Gibran
viernes, 3 de abril de 2009
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