El 4 de diciembre de 1965, los astronautas James Lowell y Frank Borman a bordo de otra cápsula Géminis, la número VII, también vieron un ovni durante la segunda órbita del vuelo que habría de durar como récord, catorce días. El objeto formado por dos luces los acompañó, pero la NASA trató de cerrar el caso afirmando que era una parte (etapa) de su propio cohete.
El 15 de diciembre, los astronautas Walter Schirra y Tom Stafford del Géminis VI se reunieron en el espacio con la Géminis VII, pudiendo fotografiar a los ovnis que rodeaban la nave de sus compañeros.
El 18 de junio de 1966, el astronauta John W. Young de la Géminis X, informó estar observando durante la maniobra de descenso al planeta, dos objetos brillantes y rojos que los acompañaban.
El 12 de septiembre de 1966 la cápsula Géminis XI también fue testigo de la aparición de ovnis. En la órbita 18, los astronautas Gordon y Conrad vieron un objeto brillante que se mantenía a la distancia como observándolos.
Durante el vuelo del Géminis XII en noviembre de 1966, los astronautas James Lowel y Edwin Aldrin (quien sería el segundo en pisar la Luna), dijeron haber visto cuatro ovnis, muy cerca de su órbita.
El 22 de diciembre de 1968 durante el vuelo del Apolo VIII, los astronautas Frank Borman, James Lowell y William Anders fueron testigos de algo sorprendente, era algo incandescente que apareció de improviso. Tenía la forma de un disco, el cual se ubicó paralelo a la nave terrestre. Luego envolvió a los astronautas un terrible sonido y las luces del objeto se hicieron intensas, deslumbrantes, hasta que el objeto se marchó.
Cuando ya estaban a punto de entrar en órbita en la Luna, apareció otro ovni circular más grande, también incandescente y produciendo el mismo insoportable zumbido. Esto vino acompañado de ondas de calor y extraños resplandores, sacando a la nave Apolo fuera de su ruta. Luego el objeto desaparece. Felizmente los astronautas pudieron devolverse al curso original.
Según muchos radioaficionados, que habrían captado parte de las trasmisiones del astronauta Lowell, ellos habrían observado en la Luna luces y extrañas estructuras sobre el suelo del satélite.
En el histórico vuelo del Apolo XI a bordo de un cohete Saturno V, los astronautas al salir de la órbita terrestre pudieron observar sobre nuestro planeta un extraño objeto luminoso gigantesco y amorfo (¿Una nave nodriza?). Pero al llegar a la Luna el astronauta Michael Collins habría reportado dos objetos acompañando el alunizaje del módulo “Eagle”(Lem) los cuales él filmó; mientras que ya una vez en el suelo lunar, los astronautas Neil Amstrong y Edwin Aldrin, habrían sido testigos de la aparición de extrañas luces inteligentes (“Canéplas”) procedentes de unos cráteres cercanos al lugar del descenso.
El 15 de noviembre de 1969 durante el Apolo XII, los astronautas Richard Gordon, Charles Conrad y Alan Bean comunicaron a Houston que estaban siendo acompañados primero por un objeto y luego por dos y muy brillantes. Al aterrizar en la Luna en el módulo Intrepid, captaron extrañas transmisiones de sonidos y lenguas incomprensibles.
El 24 de noviembre de regreso a la Tierra, sobrevolando la India observaron un objeto claro que proyectaba un haz de color rojo.
Durante el vuelo del Apolo XIII ocurrieron unas extraños acontecimientos que pusieron en peligro la misión.
Con el Apolo XIV se escucharon extrañas voces que se filtraban en las trasmisiones, y estas eran procedentes del espacio exterior; y según se piensa no pertenecían a ningún idioma terrestre. Durante ésta misión se habría filmado naves aterrizadas sobre la Luna, tal como lo atestigua el piloto y periodista español José Antonio Silva, quien en el importante programa “En Familia”, de Televisión Española en 1989, recordó haber estado en el observatorio y radiotelescopio de Fresnedillas (España) justo en el momento de los acontecimientos, siendo testigo tanto del suceso como del interés por parte de militares norteamericanos de ocultarlo.
Los astronautas rusos también han sido testigos de semejantes acompañamientos, entre ellos el astronauta German Titov, quien en agosto de 1961 en la nave Vostok II, fue seguido en su vuelo orbital por un objeto cilíndrico.
Recordemos que en los primeros años de la carrera espacial soviética, a los astronautas se les enviaba a prepararse en el Himalaya, para desarrollar facultades psíquicas que no solo permitieran la comunicación con tierra, en el caso de estropearse los sistema de radio, sino que también ante una eventual comunicación telepática con seres de otros mundos.
El 12 de agosto de 1962 el astronauta Pavel Popovic en la nave Vostok IV, vio una serie de partículas luminosas en formación acercándosele.
Para mediados de junio de 1963 se realizó un vuelo orbital de acoplamiento de dos naves Vostok la V y la VI . La primera era comanda por Valery Bykovsky y la otra por la astronauta Valentina Tereshkova. Siendo testigos del acercamiento de un tercer objeto de origen desconocido, de forma ovoide.
Los astronautas Yuri Romanenko y Georgui Grechko desde la nave Salyut VI filmaron varios ovnis que les salieron al encuentro.
El 5 de mayo de 1985, el comandante Kovalénko de la nave Soyuz VI logra observar sobre Sudáfrica la aparición de un objeto cilíndrico, que luego se transformó en dos esferas luminosas.
Como conclusión podríamos decir que los astronautas no sólo habrían sido testigos de la presencia de estos objetos, a los que ellos mismos califican de tecnología avanzada extraterrestre, sino que también habrían sido agentes diplomáticos de las grandes potencias, recepcionando y dialogando con estos seres el mensaje que supone el encuentro con culturas más avanzadas. Consecuencia de éste continuo diálogo podríamos aventurarnos a afirmar que serían los grandes cambios que se han venido gestando en nuestro mundo desde mediados de los años 80, y que apuntan a la necesidad de un distensión que aleje el peligro de la aniquilación de la especie humana, en la Tierra.
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