El
derrumbe de la economía mundial es lo que posibilita al Anticristo
establecer un sistema de trueque global centralizado cuya leyenda de
esclavitud es el número 666, es decir, la coerción de adorarlo como
a Dios, a cambio de poder comerciar y recibir alimentos. La “marca
de la bestia” es el meollo del proyecto de gobierno mundial del
Anticristo para lograr una dictadura económica global: una sociedad
sin circulante monetario, con un sofisticado sistema de trueque
biotecnológico que pueda controlar en todo el mundo el privilegio de
comprar y vender: “Hará que todos, pequeños y grandes, ricos y
pobres, libres y esclavos se
hagan una marca en la mano derecha
o en la frente, y que nadie pueda comprar nada ni vender, sino el que
lleve la marca con el nombre de la Bestia o con la cifra de su
nombre” (Ap 13, 16-18).
El sistema financiero mundial, que en realidad es supranacional y unipolar, está basado en dos colosales fraudes económicos cuyas consecuencias hoy padecemos todos.
En 1913, Rothschild, Rockefeller y Morgan lograron que se modificara la Constitución estadounidense haciendo que el presidente Wilson firmara la “Federal Reserve Act“, con lo cual pudieron crear la Reserva Federal. De esta manera, quitaron al Gobierno y al Congreso norteamericanos el poder sobre el crédito y la emisión del dinero.2
2 El principal promotor de esta maniobra fue el coronel Edward Mandell House, un agente de los Iluminados dedicado a la causa del Gobierno Mundial, quien logró posicionarse como consejero del presidente Wilson.
A partir de entonces, ese pequeño grupo de la oligarquía financiera estaría posibilitado para imprimir y distribuir papel verde a cambio de atraer las riquezas y servicios del mundo, exportando su inflación a las naciones mediante el sistema de bancas centrales dependientes del dólar. Por ello, el senador norteamericano Charles Lindberg declaró ante los medios de comunicación: “Con esta ley se ha constituido el consorcio económico más gigantesco de la Tierra; al firmarla, el presidente ha legalizado el gobierno invisible de los amos del mundo”. Así fue como unas cuantas dinastías (Kuhn Loeb, John Pierpont Morgan, First National City Bank, etc.), adquirieron una influencia arrolladora en el campo económico y político. Incluso el Estado tendría que acudir a ellos cuando necesitara dinero, y además pagaría intereses por él. Este dato es importante, pues la mayor parte de la gente ignora que la Federal Reserve no es un organismo público, sino un ente privado en manos de pocos. 3
El segundo fraude sucedió cuando, en 1971, el gobierno de Richard Nixon rompió unilateralmente el compromiso, adoptado en Breton Woods, de redimir sus billetes verdes con oro, a razón de 35 dólares la onza.
Al quitar su respaldo al dólar, se dio curso libre al abuso, las monedas nacionales se convirtieron en mercancía y se multiplicó la especulación y la usurpación de la riqueza real de las naciones. Esto llevó al deterioro de la capacidad productiva y al enriquecimiento creciente de la “mano invisible” que fraguó esa estafa.
Desde entonces, mientras que las reservas de oro en los bancos centrales crecieron un 12%, los dólares en circulación han aumentado un 14,600%, acumulando una inmensa montaña de papeles verdes sin respaldo que en el año 2002 llegó a un millón 900 mil millones de dólares.
Rebasado el límite crítico, la explosión final de la burbuja financiera era solo cuestión de tiempo, lo que propició la carrera al oro y la posterior imposición de un sistema de trueque biotecnológico -el Proyecto 666- que permite el control global por medio de la economía. Así, capitalismo y comunismo se funden bajo una dictadura de corte socialista-fascista para llevar a cabo el viejo sueño de los Iluminados.
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