Apocalipsis significa revelación, hecha por Dios a los hombres, de acontecimientos ocultos y conocidos sólo por él. En el caso del Apocalipsis llegado a nosotros como último libro de la Biblia, nos encontramos con una obra de la escuela del apóstol Juan, discípulo predilecto de Jesús, basado en una visión que éste tuvo en el año 96 de nuestra era, en la isla de Patmos, donde se hallaba desterrado por su fe en Cristo, durante la persecución del emperador Domiciano.
Este libro constituye la gran epopeya de la esperanza cristiana y el canto triunfal de la Iglesia perseguida. Lo que específicamente distingue al cristiano, además de las obras de bien y el amor, es la espera ardiente en el retorno de Jesucristo, evento que él mismo anunció y que estaba predicho desde el Antiguo Testamento.
Esta motivación está basada en la fe en una persona que prometió volver, de allí que los primeros cristianos incluyesen en su oración cotidiana la súplica Marana tha (Ven, Señor). Ello explica que, a pesar de cualquier previsión adversa, siempre considerasen el retorno de Jesucristo como un acontecimiento extremadamente deseable.
La primera parte del Apocalipsis (capítulos 1-3) narra las circunstancias históricas de la Iglesia. La segunda parte se refiere a la Gran Tribulación y al Retorno de Cristo (capítulos 4-19). La parte final corresponde a su reinado en el mundo por “mil años” y al Juicio Final (capítulos 20-22).
La primer comunidad cristiana siempre entendió la segunda y la tercera parte en sentido literal, es decir, como los eventos que sucederán durante los siete años de la “Gran Tribulación” y como el posterior reinado de Cristo por mil años.
El género apocalíptico existía ya antes de Jesucristo, por lo que también profetas del Antiguo Testamento anunciaron acontecimientos que sucederán en la Gran Tribulación, coincidiendo con Juan e incluso ampliando detalles.
Además, el profeta Joel predijo que el sentido oculto e incomprensible de las Escrituras llegaría a ser plenamente inteligible al llegar los Últimos Tiempos, de forma que cualquiera podrá leer y comprender el significado (Jl 3,1).
En 1997, John Hagee entrevistó al primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, y le preguntó: “¿Cree usted que Rusia atacará alguna vez a Israel” El primer ministro lo miró fijamente y le respondió: “Por supuesto que sí. La Toráh (Antiguo Testamento) lo dice”.
Esta afirmación revela que algunos estadistas sí saben lo que está ocurriendo y lo que está por suceder. La mayoría va detrás de los hechos sin una comprensión escatológica y prospectiva de los mismos, creyendo que son mero fruto de la casualidad.
En efecto, las Escrituras nos revelan con precisión el rumbo que tomarán los acontecimientos incluso al punto de poder saber, como lo señala Netanyahu, de dónde procederán los ejércitos que habrán de librar la última batalla contra Israel, situación que propiciará el intento sionista de expulsar de ( Jerusalén a cristianos y musulmanes para poder construir allí el tercer Templo judío.
S.Paz
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