sábado, 6 de marzo de 2021

CONOCIMIENTO DEL CIELO (3)


   

¿De dónde venia este conocimiento astronómico? Tanto en Monte Albán como en la cercana Palenque, y hasta en la lejana Tiahuanaco abundan figuras que representan a seres humanos con aspecto de astronautas, lo que, obviamente, ha provocado que un cierto número de investigadores hayan elaborado la hipótesis de que fueran seres extraterrestres quienes proporcionasen a los constructores de estos edificios las indicaciones para su realización.

De hecho, Francisco Pizarro en Perú y Hernán Cortés en México conocieron dos leyendas asombrosamente semejantes que avalarían dicha teoría. Se referían ambas a un ser barbudo y de tez clara que arribó a estos países en una antigüedad remota para impartir sus enseñanzas. Aquel ser extraordinario era conocido como Quetzalcoatl entre los aztecas y como Kukulcán entre los mayas. Una figura que aparece en el Códice Florentino muestra a Quetzalcoatl en el momento de su partida. Está provisto de un uniforme y de un casco y a corta distancia de él se encuentra lo que parece una nave con forma discoidal, a bordo de la cual, supuestamente, abandonará la Tierra.

La deidad andina más importante fue Viracocha, quien realizó su obra creadora en el lago Titicaca. Según la leyenda, Viracocha habría creado una nueva generación de hombres que fue la conquistadora del valle de Cuzco. Los incas, que conservaron su culto en secreto, no quisieron presentarlo como deidad máxima por ser el dios de los vencidos tiahuanacos y lo reemplazaron por el Sol, llamado Inti en quechua. Pero no fue Viracocha el primer «extranjero» que pisó tierra andina. Hace cinco millones de años, una nave refulgente se posó en la Isla del Sol de Tiahuanaco y de ella descendió Orejona, una mujer de cabeza puntiaguda, cuatro dedos en cada mano y en cada pie y orejas desmesuradamente largas que, según se cree, provenía de Venus. Se apareó con varios hombres para mejorar la raza humana y sus hijos se convertirían en los antecesores de la nobleza local. Esta diosa transmitió sus enseñanzas a los hombres durante varios años hasta que, finalmente, regresó a su planeta de origen. Sus descendientes colgaron pesas de sus lóbulos para alargar las orejas y volverlas tan enormes como las de su ilustre progenitora. Hay que recordar que la puerta del Sol de Tiahuanaco señala a la estre1la Sirio. Los seres grabados poseen alas. Si estos visitantes extraterrestres tenían la cabeza alargada y los lóbulos de las orejas agrandados, no es de extrañar que sus descendientes quisieran imitarlos, lo que explicaría los cráneos humanos deformados hallados en Perú o las cabezas de los moais de la Isla de Pascua.

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