sábado, 16 de mayo de 2020
Editorial: FEBRERO 2004
Al comienzo de los tiempos la cosa estaba bastante clara, el fuerte “físicamente” sometía al débil. Luego apareció el “hechicero” que además de ser el más fuerte era el “elegido” por Dios. Un poco después ya no era necesario ser fuerte, bastaba con ser rico, poseer la tierra y apoderarse de sus frutos, se tenían ejércitos para someter al pobre y débil.
Avanzó y progresó la Humanidad, la ciencia cayó en manos de los de siempre el rico y poderoso, además de pagar las fuerzas para mantener su orden y tener a su lado la religión de turno tenía a su alcance el gran secreto de la alquimia.
El garrote, la lanza, el arado, la imprenta, la pólvora, sirvieron siempre para lo mismo. Pero al ser humano le quedaba un refugio, un asidero para ser dignos: el pensamiento, que daba cabida al rebelde que quería ser uno mismo. Quedaban los que decían no es justo, no es justo; los que sabían internamente que no podía ser, que la Humanidad tenía otro destino, menos material y más espiritual.
Esa es nuestra misión en éste último tiempo, rescatar el pensamiento de aquellos que a través de los siglos priorizaron lo espiritual sobre lo material, el bien común, sobre el beneficio personal, el amor al prójimo ante el egoísmo materialista. No es poca la responsabilidad y es mucha la gente que se puede salvar.
¡Que la Fe, el Amor y la Paz los acompañen! ¡Que así sea!
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