viernes, 6 de marzo de 2020

Mandeos, ¿herederos de Juan el Bautista?

Diseminados por Europa, América, Australia y Medio Oriente, hoy existen unos 100.000 mandeos. De ellos la mitad vive aún en Irak e Irán, a orillas del Tigris y el Eúfrates. Y eso a pesar de las continuas persecuciones a que son sometidos para convertirse al Islam; de las limpiezas étnicas promovidas por el régimen de Sadam Hussein; o los conflictos bélicos que arrasan desde hace años la zona.

El mandeísmo se trata de una religión monoteísta, y es definida como una doctrina gnóstica, una de las más antiguas sobre la tierra. Condenada como herética por los Padres de la Iglesia, su pecado consiste en creer en la superioridad de Juan el Bautista frente a Jesús (ver AÑO/CERO, 175).

El origen de esta doctrina, según sus propios textos, hay que buscarlo en la Palestina precristiana, en una hermandad que floreció durante el imperio parto (250 a.C-191d.C.). Durante siglos, se les conoció con el nombre de sabeos, término que probablemente procede del vocablo subba, voz aramea –lengua original mandea– con la que coloquialmente se refieren a su culto principal: el bautismo por inmersión. Así mismo, en la literatura árabe aparecen como sabei o Al Sabiun, nombre que se daba a los «sabios de Harran», una hermandad de magos cuyo culto estelar pudo influir tanto en Abraham (Génesis, 12:4) como en Jacob (Génesis, 28:10), y que los autores árabes pudieron confundir con los mandeos dada la semejanza entre los rituales de ambas sociedades.

Las primeras noticias sobre los mandeos llegaron a Europa, en la Edad Media, a través de monjes portugueses que se referían a ellos como los discípulos de Juan Bautista (Mendayye Yaya). Desde ese momento los documentos eclesiásticos los mencionan como los Cristianos de San Juan. Una definición que es impropia pues no debería llamarse cristianos a los mandeos por varias razones. Para empezar la palabra mandá en arameo significa «gnosis», «conocimiento». En segundo lugar no se les puede calificar de cristianos porque no adjudicaban a Jesús ningún papel mesiánico, mientras que consideran a Juan el Bautista el último y verdadero profeta, el más grande maestro de su familia espiritual. Por último, ellos reservaban el término kristijane para los seguidores de Jesús, mientras se denominaban a sí mismos como nasurai o nazoreos.
Las diferencias entre la tradición mandea y la cristiana son varias. Los primeros no aceptan ni los evangelios ni la figura mesiánica de Jesús, al que consideran un impostor romano. Y sus textos no hablan del célebre bautismo de Jesús realizado por Juan. Éste en cambio, si bien no le atribuyen la fundación de su hermandad, es considerado el maestro por excelencia, le llaman Yaya-Juan, y se denominan a sí mismos Mendaye Yaya (seguidores de Juan). Pablo encontró probablemente a algunos de estos «seguidores de Juan» en Éfeso, y descubrió que ni siquiera habían oído hablar del Espíritu Santo. Cuando les preguntó: «¿Qué bautismo habéis recibido?», respondieron: «El bautismo de Juan».

Según las creencias mandeas, también Jesús era un nasurai, pero fue un rebelde, un hereje que traicionó la doctrina secreta cabalística y presentó una religión demasiado simple. Son acusaciones totalmente infundadas, pero reiterativas en los textos mandeos que se refieren a Cristo como Yeshu Mshiha, y no dejan de criticar ciertas prácticas religiosas de la cristiandad bizantina, como el celibato de los sacerdotes. Esta doctrina tampoco acepta que Jesús fuera El Salvador de la humanidad, y mucho menos un profeta. En el Haran Gawaitha, uno de los textos sagrados mandeos (s. IX d.C.), se atribuyen a Juan el Bautista estas palabras sobre Jesús: «Pervirtió las palabras de luz y las cambió por las de tinieblas. Convirtió a mis discípulos y corrompió todos los cultos tradicionales (bidatha)... Él y su hermano se establecieron en el Monte Sinaí y atrajeron hacia ellos a todas las naciones que se hicieron cristianas».

Por otro lado, la creencia en la superioridad de Juan podría basarse en la siguiente cita, también del testamento de Juan (1:6): «Y vino un hombre mandado (Mesías) por Dios, su nombre era Juan ( no Jesús)».
(tomado se espacio-misterio)

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