lunes, 24 de junio de 2019

Francisco Piria y la mística Piriapolis

Francisco Piria fue un hombre de grandes inquietudes, un visionario para su época. Nació en 1847 en Montevideo pero a los cinco años –cuando murió su padre– fue enviado a Europa, concretamente a un pueblo genovés llamado Diano Marina, para recibir formación a cargo de un tío suyo jesuita. Y algo extraño sucedió allí, porque Piria se convirtió en un precoz niño prodigio, con una estupenda visión de futuro –tanto que rozaba la precognición– y con unas marcadas inquietudes esotéricas.

Inventó la correa del reloj, creó los panfletos publicitarios para vender propiedades, llegó a idear las “hipotecas”, dejando pagar los terrenos a 30 años. Todo ello, con el fin de poder comprar un vasto terreno junto al mar en el departamento uruguayo de Maldonado, al que llamó Piriápolis, una ciudad talismán, capaz de recoger y proporcionar energías basándose en la kabbalah y el arte de la alquimia. ¿Qué sucedió en Italia? ¿A qué fuentes de conocimiento pudo tener acceso? Ambas preguntas siguen siendo una incógnita para sus biógrafos. Sólo nos quedan sus obras y, en concreto, esta ciudad que está llamada a ser el foco del turismo esotérico de Uruguay.

Creacion de Piriapolis:
En 1890 compró 2700 hectáreas de campo, extensión que iba desde el cerro Pan de Azúcar hasta el mar. Ese mismo año había realizado un viaje a Europa, consecuencia del cual surgió su inspiración para la explotación turística de las costas uruguayas. En 1897 terminó la construcción del Castillo, su residencia particular. Este Castillo contaba con un extenso parque con fuentes y numerosas estatuas. La vegetación estaba compuesta de una gran variedad de especies ornamentales exóticas. La arquitectura de este edificio reúne una mezcla de estilos renacentistas; sus salones principales estaban delicadamente decorados con papeles importados en los cuales el dorado tenía gran predominio. Las molduras de yeso revestidas con dorado a la hoja, pisos de pinotea y muebles de estilo Luis XV, ponían de manifiesto los finos gustos de su morador.
 
En 1898 una invasión de langostas destruyó todos sus plantíos. En esa oportunidad colocó como símbolo de fe y esperanza el Cristo Redentor, emplazado en un cerro ubicado entre el Castillo y el Cerro del Toro, lugar donde geológicamente se separan los granitos de los pórfidos.  En 1905 construyó el primer Gran Hotel, llamado «Hotel Piriápolis», hoy «Colonia Escolar de Vacaciones». En 1910 inició la construcción de la rambla, donde se dejó inspirar por sus viajes a Europa, más precisamente por la Costa Azul francesa. En 1912 se realizó el primer remate de solares en Piriápolis y, a partir de entonces, la ciudad comenzó a crecer con la construcción de numerosos chalets. En 1913 comenzó a correr el pintoresco tren a vapor que unía la estación de Pan de Azúcar y el puerto de Piriápolis que estaba en construcción y que se finalizaría en 1916, permitiendo el arribo de los vapores que traían a los primeros veraneantes desde Buenos Aires. El "trencito de Piria", como se lo conocía popularmente, fue una de las características típicas del balneario.
 
Finalmente, Piria construyó a un costo de 5 millones de pesos —cifra descomunal para la época—, uno de los hoteles más gigantescos de América del Sur, el Argentino Hotel, cuya piedra fundamental fue colocada en 1920 por el presidente Baltasar Brum, siendo inaugurado el 24 de diciembre de 1930.
 Arquitectura simbólica

Es indudable que construcciones como el Castillo de Piria (donde algunos afirman haber visto fantasmas) o la Iglesia que nunca terminó de construirse (que muchos llaman “la Iglesia Maldita de Piria”) están impregnadas de simbología alquimista y hacen referencias a la mitología griega y templaria. No se sabe con precisión si Piria vinculó sus obras a estas corrientes por mera admiración, o porque era un fiel practicante alquimista.

De lo que ha sobrevivido al paso del tiempo, se pueden apreciar por ejemplo los capiteles de las columnas exteriores del Castillo de Piria, que tienen figuras talladas con forma de serpientes; o los perros que custodian la entrada, animales que en la alquimia simbolizan la materia prima.
Urbanización hermética

 A lo largo de la Rambla de los Argentinos, y también en la zona del puerto, se ven columnas coronadas por esferas. Son mapamundis, aunque la erosión ya no permite ver claramente los continentes. Si se mira con atención en algunas pueden descubrirse aún los contornos, pero las posiciones no son las actuales ni tampoco las que tuvieron alguna vez...

Si tomando un mapa de Piriápolis se unen con líneas los principales puntos con referencias a la alquimia, se dibuja la constelación de Acuario.

Piriápolis tenía un plano original en 1912 que finalmente no se llevó a cabo. En dicho plano algunos ven símbolos cabalísticos como el Árbol de la Vida, formado en el trazado de las calles.
El misterio de las tres fuentes

Se dice que Piria trazó los planos de la ciudad siguiendo una geometría sagrada. Marcó puntos energéticos con las estatuas de las tres fuentes, que formaron uno de los primeros paseos creados a principios del siglo XX: la Fuente de la Virgen, la Fuente del Toro y la Fuente de Venus . Por otra parte, Piria no se cansaba de afirmar que las aguas que manaban de sus manantiales tenían propiedades curativas. A su vez, el número tres tiene connotaciones místicas en sí mismo.

Los símbolos están a la vista, creer en ellos o no depende de cada uno. Lo cierto es que el misterio que envuelve la figura de Francisco Piria forma parte ineludible del patrimonio de Piriápolis, una ciudad creada prácticamente por un solo hombre, y eso ya de por sí es casi un milagro.

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