La agencia espacial cuenta ya con un protocolo para anunciar al mundo la existencia de vida extraterrestre tras el anuncio del hallazgo de un sistema solar a 40 años luz de la Tierra.
En septiembre de 2010, la astrofísica malaya Mazlan Othman se hizo mundialmente famosa después de conocerse que se había postulado como embajadora de Naciones Unidas para el Espacio, con la misión de coordinar la respuesta de la Humanidad cuando se produzca un contacto con ¡una raza alienígena! Desde entonces varias iniciativas han tratado sin éxito de trasladar a la ONU un protocolo de actuación… pero ya lo tienen. Lo ha hecho la Agencia Espacial norteamericana.
“La NASA ya está preparada para anunciar que existe vida en otros planetas y Naciones Unidas ya se ha dirigido a nosotros; tiene interés en participar en ese anuncio para transmitir confianza, paz y tranquilidad a los habitantes de la Tierra.”
Son palabras de Mario Pérez, miembro de la división de astrofísica de la Agencia Espacial norteamericana y uno de los responsables de la investigación que ha permitido descubrir recientemente un sistema solar con siete exoplanetas del tamaño de la Tierra a una distancia de 40 años luz. Tal como insinuábamos en un post que informaba de la búsqueda de señales inteligentes en este sistema, parece que nos ocultan información o que ésta se nos irá dando en cuentagotas para sensibilizarnos.
En declaraciones para Canarias Radio, este científico añadía desde Washington que “estamos a años de anunciarlo, pero contamos con un protocolo para comunicarlo al mundo”
El protocolo, según reveló se ha inspirado en múltiples factores, incluidos algunos precedentes históricos de nuestra civilización, como la reacción de la población europea ante el descubrimiento de América.
Es curioso porque parte del protocolo referido figura en un libro, de distribución gratuita, titulado Archaeology, Anthropology and Interstellar Communication, que fue editado por la Agencia Espacial Norteamericana para disponer de un manual o guía que nos prepare para entablar comunicación con posibles formas de vida llegadas de otros planetas.
El e-book, de 289 páginas, desgrana en un total de dieciséis capítulos escritos por varios colaboradores, aspectos tan interesantes como los retos semióticos de la comunicación con una inteligencia extraterrestre, el descifrado de mensajes interestelares desde una perspectiva arqueológica y antropológica, o la proyección de valores culturales a través del tiempo y el espacio.
En el capítulo 4, titulado «A Tale of Two Analogues. Learning at a Distance from the Ancient Greeks and Maya and the Problem of Deciphering Extraterrestrial Radio Transmissions» (Una historia de dos análogos. Aprender a distancia de los antiguos griegos y mayas y el problema de descifrar radiotransmisiones extraterrestres), de Ben Finney y Jerry Bentley se formula una pregunta que encaja con las recientes declaraciones de Perez:
¿Pueden los encuentros entre civilizaciones terrestres ayudarnos a entender los posibles contactos por radio con las civilizaciones extraterrestres?
Los autores analizaban la transmisión pasiva de conocimientos de una civilización a otra, sin que entre ellas haya ninguna posibilidad de conversar en tiempo real, tal y como sucede cuando los arqueólogos y antropólogos descifran textos antiguos, y no se referían a escritos en libros sino, más bien, a grabados en piedra, cerámica o arcilla, o en pinturas, incluso. Los arqueólogos lograban aprender de las extintas civilizaciones que los habían manufacturado.
El investigador, se mostró también convencido de que “hay vida inteligente en algún lugar, es muy difícil que todos los huevos estén en la canasta Tierra. Si pensamos en el número de galaxias, estrellas y planetas salen trillones. Es posible que muchos planetas sean calientes, otros fríos, otros gaseosos… pero algunos tendrán las condiciones perfectas para poder sostener vida”.
El descubrimiento anunciado el pasado 22 de febrero mostró que descubrir un planeta como la Tierra ya no es una materia de qué, sino de cuándo.
Situados a unos 40 años luz, los siete planetas parecidos al nuestro se encuentran en el sistema de una enana roja, denominado TRAPPIST-1, una estrella tenue y fría del tamaño de Júpiter, ubicado en la constelación de Acuario.
Los siete planetas están mucho más cerca de su estrella que la Tierra, lo que les confiere las características necesarias para albergar agua líquida, condición esencial para la vida.(Año Cero)
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