viernes, 21 de abril de 2017

Mendigo

Creo sinceramente que el hecho de llamar ”mendigo” a alguien que pide ayuda en la calle nos aleja del sentimiento de humanidad que, obviamente, tiene esa persona. Me parece que en vez de mirar al suelo cuando vemos sentados a un hombre y una mujer sobre un cartón y pasar de largo, deberíamos abrir los ojos y la mente a la vez para recordar que esas personas no son ”mendigos”, sino personas humanas. Gente como todos nosotros a los que un día la vida les dio un giro tan brutal que hoy parece ser que no les queda nada.

¿Nunca os ha pasado que pensáis cómo podéis tener tan mala suerte, cómo las cosas os pueden estar yendo tan mal y parece que van a acabar en tragedia?

Pues, amigo, si estás leyendo esto, eres un gran afortunado porque esas personas que miramos por encima del hombro, no tuvieron tanta fortuna. Su desgracia fue atroz. Así que nunca más llamaré mendigo a una persona que pide en la calle; nunca delante de mis hijos, sobrinos, primos o cualquier niño llamaré mendigos a esas personas, para que ellos crezcan con ese sentimiento de humanidad arraigado desde la niñez: son personas que tan sólo necesitan ser apoyadas, ayudadas, escuchadas, tratadas como los seres humanos que son.

Es un gran problema universal éste que planteo ahora, porque, gracias a llamarnos NEGROS, BLANCOS, CHINOS, MENDIGOS, RICOS, RAROS, VALENCIANOS, CATALANES, AMERICANOS, ÁRABES… gracias a eso, caminamos por la calle sin ni siquiera mirar a los ojos a quien pasa por nuestro lado. Gracias a cambiar el único adjetivo objetivo que reina en nuestro mundo -que es el de ”humano”, ”animal” o incluso tan sólo este último -, estamos olvidando quiénes somos y nuestro punto en común: somos personas. Quiero llamar a las cosas por su nombre. Quiero que mis hijos no sepan lo que son las fronteras ni las diferencias si eso va a hacer que amen a lo que tienen alrededor sin importarles característica alguna. Quiero que esto lo lea cualquier persona del mundo y no piense que soy española, sino humana. Quiero anunciar que nací con la capacidad de la reflexión y el don de la palabra y que lo utilizaré para mejorar en mundo, porque tan sólo con llegar a una persona, una ola de cambios inundará un barrio, o una família o una sola mente.

Somos la maravilla del mundo. Somos arte comprimido en un cuerpo. Somos la esencia de la verdad que tan sólo necesita ser pulida. Somos todos lo mismo, cada uno con sus circunstancias.


por Anais Fons (www.okonomia.eu)

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