martes, 2 de agosto de 2016

Fort Monmouth: ¿Laboratorio de pruebas extraterrestres?

Aunque su fama no alcanza a la del Área 51, este centro de investigación militar, pionero en el campo de las radiocomunicaciones, ha sido escenario de los más destacados experimentos científicos relacionados con presunta tecnología extraterrestre. Incluso hay quien afirma que aquí vinieron a parar, antes que a ningún otro lugar, los restos de la nave que se estrelló en Roswell y de sus tripulantes.
Algunas creaciones de la ciencia y la tecnología, en especial de la ingeniería electrónica y las radiocomunicaciones, parecen cosa de ciencia ficción. Fort Monmouth, uno de los más destacados centros de investigación militar del mundo, es el lugar donde se desarrollaron muchas de estas invenciones: desde las armas que ayudaron a ganar numerosas contiendas hasta la tecnología basada en los rayos láser e infrarrojos, que alcanzó allí su máximos niveles. Situado en el estado de Nueva Jersey (EE. UU.), a solo 100 km de Nueva York, en Fort Monmouth se diseñaron también los sistemas de control del clima que el Gobierno estadounidense niega poseer. Y todo bajo el más estricto de los secretos. No olvidemos que estamos hablando de una época, los años cuarenta del pasado siglo, en la que este tipo de experimentos eran considerados “secreto de Estado” y la más mínima filtración al respecto podía llevar a su autor a la cárcel. Como instalación primordialmente militar, Fort Monmouth dio sus primeros pasos en 1917, cuando el Ejército de EE.UU. adquirió unos terrenos con fácil acceso al océano y a los estuarios e instaló en ellos el Cuerpo de Señales. La primera técnica que se enseñó allí fue la telegrafía. Un año después el recinto ya contaba con 129 estructuras y torres radiales. Pronto se hizo famoso como centro de experimentación y aprendizaje militar. En la década de 1920 se construyó un gigantesco depósito de municiones navales (el Earle), cuyas bases subterráneas han albergado, hasta tiempos relativamente recientes, proyectiles nucleares.

EL PRINCIPIO DEL FUTURO:

Durante la I Guerra Mundial, incluso antes de que EE.UU. entrara en la contienda, el fuerte fue puesto en estado de “emergencia limitada”. Paralelamente, el Cuerpo de Señales fue adquiriendo mayores dimensiones con el desarrollo de nuevas instalaciones, como Camp Evans. En Fort Monmouth se crearon los primeros equipos de transmisión transoceánica. Twin Lights fue uno de los experimentos pioneros en este campo. Consistía en comunicar torres de antenas a través de ondas hertzianas. Con tal fin el inventor italiano G. Marconi estableció en el cercano condado de Wall un centro de recepción de señales de código Morse trasatlánticas –el “hotel Marconi”– abierto las veinticuatro horas. Se sentaban así las bases del futuro.

EL PROYECTO DIANA , CARRERA ESPACIAL:

Mucho tiempo después, el 25 de enero de 1946, los estadounidenses se despertaron con el siguiente titular: “Finalmente, el hombre ha logrado salir de su propio planeta”. La noticia se refería a que por primera vez una señal de radar había rebotado en la Luna. Pero el Proyecto Diana, una iniciativa de carácter militar, se había desarrollado en el más estricto de los secretos y solo se hizo público cuando su éxito estuvo confirmado. Todo había empezado debido a la obsesión del Pentágono con un posible lanzamiento de misiles enemigos contra Estados Unidos y gracias al tesón de un radioastrónomo aficionado llamado John Dewitt.
Ávido lector de Julio Verne, Dewitt estaba fascinado con la Luna desde pequeño. Con la ayuda de su hermano había construido varios telescopios y ya en 1935 había intentado recibir señales de la Vía Láctea, algo que finalmente lograría Kart Jansky al conseguir detectar el ruido de radio emitido por esta. A finales de la II Guerra Mundial Dewitt fue elegido director del Laboratorio de Señales de Radar de Camp Evans con el cargo de teniente coronel. Antes había desarrollado algunas técnicas de radar para localizar morteros y redirigir sus proyectiles en las contraofensivas. Recordemos que durante aquellos años los experimentos científicos tenían prioritariamente carácter militar.

En 1946 Dewitt y sus colaboradores obtuvieron por primera vez ecos de la Luna a través de ondas de corta frecuencia. Usaron para ello el radar modificado de 4 Kw en la frecuencia de 111.5 Mhz. Las comunicaciones por rebote lunar utilizando nuestro satélite como reflector pasivo (espejo) supusieron un auténtico hito en la carrera espacial. Aunque habría que esperar a las misiones Apolo estadounidenses para medir las distancias a la Luna con errores de escasos metros, lo cierto es que EE.UU. había entrado en la era de la conquista espacial casi sin saberlo.
¿PUDO EVITARSE HARBOUR ? LA TRAGEDIA DE PEARL

La carrera satelital no había hecho más que empezar en lugares como Fort Monmouth, los Laboratorios Bell –que habían jugado un destacado papel en el equipamiento de comunicaciones de las tropas estadounidenses durante la II Guerra Mundial– y el Laboratorio de Señales de Camp Evans. En este último las antenas del Proyecto Diana comenzaron a detectar señales procedentes del espacio que provenían de satélites soviéticos como el Sputnik. Fue entonces cuando se decidió crear el Instituto de Exploración e Investigación. Entre los proyectos que alcanzaron mayor desarrollo en esa época se encontraba el radar. Uno de sus impulsores, John Marchetti, había ingresado en Camp Evans a finales de 1930 y había trabajado en el radar de Hawai bajo las órdenes del mayor Paul Watson.

Marchetti declaró que cuando se produjo el trágico incidente de Pearl Harbour los radares estadounidenses habían detectado los aviones japoneses que bombardearon la base cuando estos estaban a 350 km. de distancia. Sin embargo –dijo–, la noticia tardó más de una hora en saberse debido a problemas burocráticos. Todavía hoy sigue siendo un misterio por qué no se evitó la tragedia.

OVNIS Y EXTRATERRESTRES:

En Fort Monmouth también se prestó un especial interés a las fotografías y las filmaciones secretas. Tanto que se estableció un equipo dedicado al tema: la Training Film Field Unit N1. De acuerdo con mis propias investigaciones, esta unidad fue la encargada de filmar tanto el incidente real de Roswell como el desarrollo del Proyecto Mogul, consistente en lanzar globos a gran altura para obtener información sobre las pruebas atómicas de la Unión Soviética a través de las ondas sonoras producidas en la atmósfera por las explosiones. Respecto al caso Roswell, el respetado ufólogo Leonard Stringfield aseguró que los restos de la nave presuntamente extraterrestre y de sus ocupantes no fueron transportados en un primer momento a la base de Wright Patterson, como habían asegurado otras fuentes, sino a la de Fort Monmouth. Allí, siempre según Stringfield, fueron filmados y mostrados a un escogido grupo de la Inteligencia militar cuyos integrantes debieron responder después a un cuestionario. Durante este período se produjeron cerca de Fort Monmouth una serie de avistamientos OVNI. Un testigo que prefiere permanecer en el anonimato me confesó que tanto los radares de esta base como los de Camp Evans ya habían detectado ovnis en 1946. Y durante el mismo verano de 1947 en el que tuvo lugar el incidente de Roswell hubo otros “encuentros” con No Identificados en la costa de Nueva Jersey y en las cercanías de Fort Monmouth. Aunque la mayoría fueron atribuidos al lanzamiento de globos del Proyecto Mogul desde Camp Evans, lo cierto es que los radares de Fort Monmouth detectaron extrañas señales inexplicables. Esto llevó a la creación del Proyecto Grudge (1948), en cuyo seno se desarrolló el Proyecto Libro Azul, que supuso un auténtico cambio de rumbo en la forma en la que el Gobierno de EE.UU. abordaría a partir de entonces el misterio de los ovnis.
Revista Mas Alla)

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