lunes, 16 de mayo de 2016

HOGAR ESPIADO HOGAR

Hoy en día, cualquier ciudadano sabe que es espiado tan constante como descaradamente. Nadie ignora que la CIA, la NSA, Echelon, SITEL, PRISM y otro buen número de organizaciones nacieron y existen para cumplir un propósito concreto: garantizar nuestra seguridad y, «de paso», conocer cuantos más detalles mejor de nuestras vidas. Pero hay otro espionaje menos evidente, impulsado desde el sector privado, que quiere saberlo todo acerca de nosotros y, al contrario que las agencias antes citadas, ni pretende ni desde luego va a procurarnos beneficio alguno.

Tras las revelaciones de Edward Snowden sobre los programas secretos de la NSA –como PRISM, por ejemplo–, se ha hablado mucho acerca del espionaje que ejercen los gobiernos. La respuesta estatal, como siempre, propagandística y tranquilizadora, se podría resumir en: «Se hace por vuestra seguridad. Si no sois terroristas, no tenéis nada que temer». No obstante, existe otro espionaje, con menos medios pero igual de real. Se trata del espionaje privado, aquel que realizan las corporaciones y que nada tiene que ver con la seguridad nacional.
Es otro tipo de espionaje, que busca conocernos como el conjunto de sociedad. Tiene por objeto recolectar la mayor cantidad de datos posibles sobre la ciudadanía, tanto para estudiarla como para establecer conexiones que nadie haya entendido previamente. Buscan conocernos mejor que nosotros mismos, al objeto de ofrecernos –y vendernos– productos que no podamos rechazar y hacer más efectiva cualquier manipulación publicitaria en base a nuestros íntimos anhelos. Bienvenidos a la era del BIG DATA y el espionaje privado.
Recientemente, un licenciado en derecho austriaco, Max Schrems, interpuso en un juzgado de  Viena una demanda contra Facebook, a la cual se sumaron otras 25.000 personas. La adhesión de tantos ciudadanos tiene una explicación sencilla: Schrems acusa a Facebook de colaborar con el espionaje masivo que realiza EE UU y, por ende, de vulnerar las leyes europeas de privacidad. Por otra parte, el gigante de las redes sociales no considera competente al tribunal para juzgarle, y alega que ya cumple con la normativa estadounidense, normativa que,    por cierto, es bastante menos exigente que la europea.
Temas de justicia aparte, lo cierto es que Facebook es probablemente la mayor base de recolección de datos sociológicos del mundo: cuenta con más de 1.000 millones de personas registradas y un gran porcentaje de las mismas proporciona motu proprio muchos datos personales a la famosa red social.

NUEVO ESCENARIO
Aunque parezca diseñada como un juego, Facebook no lo es. De hecho, está concebida para emular la vida real, de ahí que integre un gran formulario que funciona a la manera de un curriculum vitae, acompañado de actividades, fotos y publicaciones privadas que permiten realizar un completo perfil psicológico y vital de sus usuarios.
Así, en Facebook podemos introducir nuestros empleos y puestos específicos ocupados, los momentos relevantes de nuestra vida, nuestras relaciones personales e incluso nuestros estados de ánimo, añadiendo información acerca de qué nos pone tristes o felices. Además, se registra todo lo que nos gusta, los comentarios, y se evalúan las imágenes que subimos. Como resultado, el destinatario de toda la información contenida en Facebook acabará conociéndonos mejor que nosotros mismos. El propósito de esta red social está claro: almacenar la mayor cantidad de datos sobre los ciudadanos que le sea posible.

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