Profesor de Ciencia Teórica en la Universidad de Oregón (EE UU), sus hipótesis han causado una enorme conmoción porque tocan un tema tabú en el ámbito científico: la vinculación entre física cuántica y espiritualidad. Pero Goswami no ha rehuido tampoco otros asuntos incluso más polémicos, como la realidad del más allá, los contactos con personas fallecidas o la verdadera «identidad» de Dios.
Sólo un físico nacido en la India podría haberse convertido en el adalid de la confluencia entre ciencia y espiritualidad. Vino al mundo en 1923 en Faridpur, se educó en Calcuta y en su juventud se trasladó a vivir a EE UU. Allí desarrolló su carrera como físico y enseñó durante treinta años Ciencia Teórica en la Universidad de Oregón (EE UU). Actualmente forma parte del plantel de investigadores del prestigioso Instituto de Ciencias Noéticas, presidido por Edgar Mitchell, exastronauta y sexto ser humano en pisar la Luna. En dicha institución, con sede en Petaluma (California), se están desarrollando experimentos y estudios de vanguardia sobre asuntos tan fascinantes como la visión remota, la percepción extrasensorial o la auténtica esencia de la conciencia.
Con motivo de su estancia en España para participar como ponente en el III Congreso Conciencia Quántica, celebrado en Madrid el 23 y 24 de mayo de 2015, Amit Goswami tuvo a bien conceder una amplia entrevista , durante la cual expresó sus puntos de vista sobre asuntos tan polémicos como la existencia de Dios o de vida después de la vida.
«La unidad de la conciencia es lo más parecido al concepto de Dios de las grandes religiones», comenzó disparando el científico indio. La base de la física cuántica es el colapso de la función de onda. Una partícula subatómica es una onda de dimensiones infinitas –por describir de modo simple una realidad muy compleja– que al mismo tiempo se convierte en una partícula en un lugar concreto del espacio cuando un observador –es decir, una conciencia, un ser pensante– la contempla. Desde este punto de vista, la realidad toma un determinado aspecto para nosotros cuando la miramos. Por tanto, si no existieran conciencias tampoco lo haría el mundo tridimensional que nos rodea.
Esta dualidad onda-partícula de las partículas subatómicas constituye un auténtico misterio y plantea infinidad de preguntas. Una de las más trascendentes es qué provoca que el cosmos se ordene para nosotros de cierta manera y no de otra. Eso le preguntamos a Goswami. «Werner Heisenberg, uno de los fundadores de la física cuántica, estaba convencido de que las posibilidades cuánticas residen en un dominio más allá del espacio-tiempo. Yo opino del mismo modo. El colapso de la función de onda de las partículas subatómicas es no local, es decir, está más allá del espacio-tiempo, pero afecta a un suceso que ocurre dentro del espacio-tiempo», me dice el científico.
EXPERIMENTOS EN EL LABORATORIO
A principios de los 80, los físicos Alain Aspect, Jean Dalibard y Gérard Roger demostraron en sendos experimentos de laboratorio la existencia de esa no localidad cuántica. Consiguieron que dos fotones se conectaran a distancia a pesar de que aparentemente nada los uniera. Los científicos lograron que ambas partículas entraran en un proceso de «coherencia». A partir de ese momento, quedaron entrelazadas para siempre por una especie de «cordón umbilical» invisible. Este fenómeno se conoce por el nombre de «entrelazamiento cuántico», e implica que cualquier cambio generado en un fotón, instantáneamente es transmitido al otro, aunque cada uno se encuentre situado en un extremo diferente del universo. Desde entonces, se ha repetido dicha prueba miles de veces en centros experimentales de todo el planeta, con idénticos resultados.
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