sábado, 21 de mayo de 2016

EN RECUADRO:


“Entré y contemplé con el ojo de mi alma(sea lo que sea) la inalterable luz más allá de mi visión ordinaria y más allá de mi mente. No era una luz ordinaria que pudiera ser contemplada por toda la Humanidad, ni era una luz más grande que la luz común, como si la luz del día pudiera hacerse más brillante hasta que inundara todo el espacio. Estaría diciendo muy poco si sólo dijese esto. No, no era la vulgar luz terrenal, sino otra cosa, lejos de ceso. Tampoco estaba sobre mi mente, como el aceite yace sobre el agua, o como el cielo está sobre la tierra; esa luz me envolvía y trascendía toda descripción. Era la luz que me creó. Quien sepa la verdad sabrá qué es esa luz; y quien la conoce conocerá la eternidad.
San Agustín (“Confesiones”)

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