sábado, 13 de febrero de 2016

EL ENIGMA DE LOS OBJETOS «FUERA DE TIEMPO» (2ª y última entrega)

EL TESORO DE CRESPI
Algunos de las piezas más desconcertantes de esta exposición provienen de la antigua colección del Padre Crespi, en Cuenca (Ecuador). Muestran figuras de elefantes, seres de diversas razas, monstruos y posibles objetos de tecnologías desconocidas. «Estas placas fueron erróneamente asociadas a la cueva de los Tayos, en la selva amazónica ecuatoriana», me explicó José Maldonado, ex responsable del Museo del Banco Central de Ecuador. Este asunto sigue siendo de interés para Erich von Däniken que, junto con su hija, se entrevistó personalmente con Maldonado.

El bondadoso padre Crespi recibió donaciones de piezas arqueológicas por parte de los agradecidos nativos, especialmente de la etnia shuar o jívara. Maldonado recuerda que este sacerdote salesiano fue uno de los primeros en contactar con los indígenas del río Napo, muy alejado de la región de los Tayos. Este experto, que actualmente es profesor universitario, piensa que cuando el Banco Central de Ecuador compró las piezas de la colección Crespi, rechazó otras que entonces fueron consideradas falsas, pero que una mirada más atenta revela como auténticas, especialmente las piedras y enigmáticas inscripciones.

El Padre Crespi atribuía algunas de las piezas a antiguas culturas de Mesopotamia. De hecho, en varias placas, aparecen personajes de las mitologías sumeria, babilónica y asiria. Especialmente polémicas son las piedras de la cueva Burrows, en Illinois (EE UU). Su descubridor fue Russell Burrows, pero jamás quiso revelar la localización de la cueva donde las halló y, por ello, se duda de su autenticidad. Dichas piedras grabadas muestran bustos de personajes, generalmente representados de perfil y que se relacionan con diversas culturas de la antigüedad. Según Klaus Dona, «habría otros tesoros en esas cuevas, entre ellas sarcófagos, cadáveres momificados y diferentes objetos mortuorios de oro macizo. Pese a los escépticos –añade–, varios caza-tesoros han localizado el lugar exacto de la cueva». Dona defiende la autenticidad de las piezas de Burrows por la escritura grabada en algunas placas, que el lingüista alemán Kurt Schildmann ha identificado con una variante del sánscrito.

LAS PIEDRAS DE ACÁMBARO
El arquitecto y diseñador colombiano Jaime Gutiérrez Lega presentó la enigmática colección de piedras negras de la región de Sutatausa. Algunas están grabadas con signos que no se relacionan con ninguna otra cultura colombiana. Otras son herramientas delicadas y exquisitas. «Sirvieron para cortar el cordón umbilical y fueron fabricadas siguiendo reglas de representación matemática, integrando valores que aún hoy resultan complejos», me explicó Jaime Gutiérrez.

Las figuras de cerámica de Acámbaro fueron descubiertas en 1945 por el comerciante alemán Waldemar Julsrud y se hicieron famosas por sus representaciones: dinosaurios de diversas especies, seres humanos monstruosos y otras criaturas desconocidas. Durante mucho tiempo se consideraron falsificaciones, hasta que pudieron datarse. Actualmente, los expertos estiman su antigüedad en unos 3.600 años. «En aquel tiempo ya no había dinosaurios desde hacía decenas de millones de años. ¿Entonces, cómo pudieron reproducir sus imágenes esos hombres prehistóricos? Este es el gran misterio», afirma el mexicano Heriberto Silva, de la municipalidad de Acámbaro.

El joven investigador helvético Luc Bürgin presentó otras misteriosas piedras grabadas de la región de Les Vosges (Francia). Allí las encontró el granjero Max Schultz y muestran grabados de objetos semejantes a platillos volantes. Algunas de estas piezas muestran figuras de rostros humanos, posiblemente de celtas y romanos. «Schultz fue denunciado por algún vecino y los gendarmes incautaron las piezas. Sin embargo, pude rescatar algunas en la casa de un coleccionista cuyo nombre prometí no divulgar», aseguró Bürgin

El joven investigador también encontró varias piezas de confección enigmática en un museo de Bélgica. Éstas provenían del Congo. Se trata de huesos tallados con significado mágico. «Tienen más de 20.000 años, pero presentan unas muescas y cortes que parecen formar parte de un sistema calendárico o de cuenta del tiempo», explica Bürgin. La existencia de sistemas de cómputo del tiempo en épocas tan tempranas nos sitúa ante una evidencia objetiva de que la imagen que proyecta la ciencia oficial sobre la evolución humana no parece sostenerse a la luz de los hallazgos arqueológicos disponibles.

EL ENIGMA DE LOS AGROGLIFOS
Durante el congreso también se habló de otro tipo de «obras de arte» insólitas, como los crop-circles, imágenes formadas en los campos de cultivo de forma misteriosa (agroglifos). El investigador suizo Werner Anderhub investigó algunos campos sembrados de este país, que presentan figuras geométricas tan complejas como las de Inglaterra.
«Entrevisté a un chamán africano que me dijo algo muy curioso: que los agroglifos son signos de Dios y no deben ser destruidos», contó Anderhub. Además, reveló que el primer caso conocido de formación de estas huellas en Suiza data de 1948. La testigo creyó que aquel círculo era «cosa del diablo». Recientemente, apareció un nuevo agroglifo de 80 metros de diámetro, cerca de Zurich.

Anderhub cree que tales símbolos geométricos están relacionados, de algún modo, con el calendario de los mayas, señalándonos que la Humanidad está en vísperas de un profundo cambio de valores.

EL MARTILLO DE TEXAS
El texano Carl Baugh encontró un dedo humano petrificado dentro de una capa geológica de casi 100 millones de años. Lo expuso por primera vez en esta Muestra. Además, se puede ver el intrigante martillo de hierro incrustado en un pedazo de roca hace 140 millones de años. Se trata del «Martillo de Texas», descubierto en 1832. Un análisis metalúrgico realizado en el Laboratorio Battelle, en Ohio (en 1982) reveló que el objeto estaba compuesto por un 96,6% de hierro; 2,6 % de cloro y 0,74% de azufre. «Ninguna tecnología del pasado pudo conseguir un grado tan elevado de pureza en una aleación de hierro», mantiene Baugh.

También llamó poderosamente la atención el fósil de un trilobite (especie extinguida hace 230 millones de años), aplastado por una bota o pie humano. Fue encontrado en 1968 en el estado de Utah. No es una excepción. En EE UU, hace dos décadas ya se descubrieron varios fragmentos de cráneos humanos dentro de una roca de 280 millones de años. Y el periodista Ed Conrad halló otros objetos «anómalos» fosilizados desde hace millones de años, como una mandíbula y una tapa de cráneo que, por sus dimensiones, debieron pertenecer a un gigante.

La existencia de artefactos realizados por seres humanos hace 400.000 años en EE UU, son un quebradero de cabeza para los arqueólogos. Según Conrad, «los científicos solo admiten que él hombre llegó a América hace unos 15.000 años. ¿Cómo entonces explicar estos hallazgos?»
Los objetos presentados en Unsolved Mysteries demandan una explicación por parte de los especialistas. Algunos se decantan hacia las tecnologías avanzadas desarrolladas por los antiguos habitantes de la Atlántida. Otros por la presencia de extraterrestres en un pasado remoto o, como el estadounidense Ronald Mallet, por supuestos viajeros del futuro que se trasladaron al remoto pasado.

Mallet está tan convencido de esta posibilidad que dio a conocer un modelo de máquina para viajar en el tiempo. «La máquina consiste en un sistema de cables de fibra óptica con cristales especiales que generan rayos láser en forma de anillo. Quizá así podamos lograr una distorsión del espacio-tiempo y transportar algún objeto o persona al pasado o al futuro», explicó Mallet.
¿Podría ser esta la explicación de los objetos imposibles? ¿«Fueron» nuestros descendientes quienes hicieron realidad ese viaje y sembraron estos objetos en la noche de los tiempos como un guiño cómplice para comunicarnos que es posible la conquista del espacio-tiempo? (revista Año Cero)

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