jueves, 25 de junio de 2009

Tajt-I-Sulayman: La ciudad del Fuego Real



En las montañas del noroeste de Irán hay un profundo lago azul, de 100m de diámetro y que, según la tradición, carece de fondo. Lo nutren manantiales termales y el lento drenaje de sus aguas ha creado poco a poco una cuenca de sedimentos minerales de mas de 40m de altura. Este misterioso lago encerraba en su recinto de piedra, conocido como Tajt-I-Sulayman (el trono de Salomón) y era venerado como el lugar más santo de Irán.
Esta ciudad, conocida posteriormente como Shiz por los árabes y Saturiq por los mongoles, se construyó con fines exclusivamente religiosos. Su elemento central era el Templo del Fuego, donde ardía perpetuamente el mas sagrado de los fuegos zoroástricos, el Atur Gushnasp (fuego de los guerreros y reyes).
El zoroastrismo, es quizás la más antigua de las religiones reveladas, predica las enseñanzas del sabio Zaratustra, llamado Zoroastro por los griegos, un sacerdote ario que vivió en Irán poco después del año 600 a.C. y que rompió con la fe oficial, proclamándose profeta elegido por Ormuz.
Esta religión insistía en el principio de la dualidad, el eterno conflicto entre el creador (Ormuz) y su adversario Arimán, entre el Bien y el Mal, entre la Verdad y la Mentira. Los tres reyes magos que viajaron desde Savé (Irán) para ser testigos del nacimiento de Jesús en Belén, eran sacerdotes de ésta fe. Del término mago deriva la palabra magia, que en otro tiempo designaba los ritos del zoroastrismo. La antigua ciudad de Tajt-I-Sulayman, era atravesada por la vía procesional que recorrían los reyes sasánidas para recibir la investidura divina en el altar del Fuego Real.
La ciudad, saqueada por los bizantinos en el 624 d.C. y reconstruida mas tarde, siguió habitada hasta los tiempos de los mongoles. Pero el Fuego Real se extinguió y poco a poco éste lugar sagrado se fue convirtiendo en una desolada masa de ruinas.
(Extracto de “Atlas de lo extraordinario y lo misterioso”).

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