viernes, 21 de junio de 2024

MEDITACIÓN

 

 

 

 




Qué es la meditación , o que es meditar?


La respuesta directa es : MEDITAR ES HABLAR CON DIOS.-


Dicho de otra forma es encontrar el camino que nos lleve a nuestro

Maestro Interno, es conectarse con uno mismo.-

SI DIOS ESTA DENTRO DE NOSOTROS MISMOS, entonces lograr

una buena meditación es poder escuchar Su voz.-


Ya hemos manifestado anteriormente que la forma más sencilla, eficaz y sana para conocer las leyes del universo, consiste en trabajar con voluntad y perseverancia en el autoconocimiento.

Al combinar adecuadamente estos medios, podremos lograr la interpretación de nuestras percepciones y la conciencia durante nuestras vivencias astrales. Podremos llegar así a la meditación, que es un proceso de introspección en el que buscamos estar a solas y en silencio con nosotros mismos, para despertar a nuestro Maestro Interior, para llegar a conectarnos con nuestro Cristo Interno, y con Dios.


Existen muchas formas de meditación y todas ellas permiten lograr el objetivo final que es la integración con uno mismo. Porque no depende de la forma sino de la actitud y la conciencia que asumimos durante el trabajo interno. La meditación nos exige un proceso de purificación interna y externa para que podamos llegar a captar el mapa de nuestro universo individual.



La meditación requiere de una fase de preparación que se habrá de conseguir con el cultivo sistemático del pensamiento, la palabra y la acción virtuosa. Los pensamientos no virtuosos, por ejemplo las fantasías sexuales o el enojo, provocan distracciones durante la meditación y constituyen una pérdida de tiempo y energía.


En las etapas iniciales de la meditación, hay una tensión entre la concentración en el objeto de la meditación y los pensamientos que distraen.


Con mucha práctica, llega un momento en que los obstáculos se controlan y superan completamente. Entonces la concentración aumenta de manera perceptible. En ese momento, la capacidad de focalización de nuestra mente, que ha venido siendo cultivada con convicción y entrega, nos abrirá la puerta hacia el silencio interior, acercándonos al éxtasis que surge de la paz interior. Habremos llegado entonces a la madurez de ésta etapa espiritual.


Este estado de concentración durante la meditación es como un niño que aún no es capaz de mantenerse de pié pero siempre intenta hacerlo. La experiencia en la repetición nos acerca al dominio, a la técnica.


Las experiencias visionarias pueden producirse en el umbral de este nivel que es el del «acceso», cuando factores como el arrobamiento han madurado, pero continúa el pensamiento discursivo, y mientras el enfoque sostenido en el objeto de la concentración siga siendo débil. La meta del meditador está más allá de las visiones, se encuentra no sólo en el despertar de un estado de conciencia sino en no volver a dormirse jamás.


Al concentrarnos continuamente en el objeto de la meditación, llega el momento que señala una ruptura total con la conciencia normal, es la absorción absoluta, de súbito la mente parece sumirse en el objeto y permanecer fija en él.


Los pensamientos obstructores cesan por completo, no hay ni percepción sensorial ni la conciencia habitual del propio cuerpo, no se puede sentir el dolor corporal. Aparte de la atención inicial y sostenida al objeto principal, la conciencia esta dominada por el arrobamiento, la felicidad y la concentración en un solo objeto. Estos son los factores que, cuando predominan simultáneamente, señalan la apertura de conciencia.


Existe una distinción sutil entre arrobamiento y felicidad. El arrobamiento es comparable al placer inicial y la excitación de conseguir un objeto largamente buscado: la felicidad es el disfrute de este objeto. El arrobamiento puede experimentarse como el levantamiento del vello corporal, como una alegría momentánea que destella y desaparece con la celeridad del relámpago, como olas que recorren el cuerpo una y otra vez, como la sensación de levitación o como inmersión en una dicha estremecedora. La felicidad es un estado continuo de éxtasis apaciguado.


El pleno dominio se produce cuando el meditador puede alcanzar la conciencia, cuando, donde, en cuanto lo desee y por el tiempo que lo desee...

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