Cada día se dan a conocer nuevos hechos alarmantes sobre la creciente presencia de residuos plásticos en los océanos y los graves impactos en el ambiente y en la fauna marina. Se estima que cada año ingresan a los océanos más de nueve millones de toneladas métricas de plásticos, cuyo origen terrestre supera el 80 por ciento.
El impacto más visible es la aparición cada vez más frecuente de fauna marina muerta por ingestión o estrangulamiento por plásticos descartados y la situación se agravará si no se toman medidas: el Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente (PNUMA) calcula que para 2050 habrá más plásticos en los mares que peces.
Sin embargo, el costado menos visible y que hoy está generando cada vez más preocupación son los microplásticos, es decir, residuos de envases, bolsas o botellas de gaseosas que se degradan por acción del aire, agua y se fragmentan en pequeños pedazos menores a 5 milímetros o los plásticos de ese tamaño añadidos intencionalmente a diferentes productos como cosméticos y de limpieza. Se calcula que entre 0,5 y 1,4 millones de toneladas de microplásticos por año tienen como destino final los océanos, pero estos números podrían ser conservadores. Para la Unión Europea, aquellos añadidos intencionalmente representan entre el 15% y el 31% de los microplásticos en los océanos.
La ingestión de microplásticos por parte de organismos marinos representa un riesgo a la salud humana que recién está comenzando a estudiarse, porque se acumulan e ingresan en la cadena alimentaria. Ya se han detectado microplásticos en diversos peces de consumo humano, pero también en alimentos y bebidas, como sal, cerveza, miel y agua. En Argentina, un estudio de 2018 de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y del Conicet detectó por primera vez microplásticos en el tubo digestivo de surubís, sábalos, patís, pejerreyes y carpas en las costas del Río de la Plata.
Gobiernos y organismos internacionales han comenzado a tomar medidas para poner un freno al ingreso de microplásticos a los cursos de agua y los océanos, y demandar su prohibición. Países como Estados Unidos, Gran Bretaña, Suecia, Francia y Canadá han adoptado normativa con prohibición del uso de microplásticos, especialmente aquellos añadidos internacionalmente en algunos sectores industriales como el de productos cosméticos y de higiene personal. Recientemente, la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA, por sus siglas en inglés), después del pedido de análisis por parte de la Comisión Europea, propuso prohibir los microplásticos luego de evaluar los riesgos que representan para la salud y el ambiente, y se espera que esta recomendación se transforme en normativa comunitaria próximamente.
En Argentina, no hay políticas públicas ni se está avanzando en soluciones para poner freno a la contaminación por plásticos o microplásticos. Por ello, es necesario que avance normativa ya en análisis en la Cámara de Diputados que prohíbe la producción, la importación y la comercialización de productos cosméticos y de higiene personal con microperlas.
Por Lorena Pujó (infobae)
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