martes, 13 de febrero de 2018

LOS MISTERIOS DEL CEREBRO

El cerebro humano está dividido en dos hemisferios, el derecho y el izquierdo que gobiernan diversas funciones, muy distintas entre sí.
Cada hemisferio cerebral controla el movimiento de la parte opuesta del cuerpo y recibe de esa parte opuesta información y estímulos.
El hemisferio derecho determina la comprensión de los esquemas visuales, la orientación en nuestro mundo tridimensional, la comprensión de todas nuestras imágenes; el izquierdo es todo lo contrario, es quién gobierna el habla; el razonamiento analítico; el lenguaje; como por ejemplo podemos citar el que señala que una persona que quiere enterarse del manejo de un aparato por una instrucción escrita lo entiende a través del hemisferio izquierdo; mientras que para conocer ese mismo manejo por una explicación de imágenes filmadas, lo hace por intermedio del derecho. Los dos hemisferios cerebrales están unidos por un único haz de fibras nerviosas, llamado “corpus callosum”; afectado éste por determinadas circunstancias(accidente, enfermedades, etc.) se pueden producir fallas de comprensión en muchos problemas ya que el intercambio de información, entre uno y otro hemisferio, es deficiente.

Y los científicos dan en la actualidad, al corpus callosum, real importancia como lo demostrara el Premio Nobel de Medicina, Dr. All Sperry: se llega a la conclusión que un corpus callosum dotado de gran cantidad de fibras nerviosas, es así también más grande e implica una inteligencia superior, al menos en algún sentido y dentro de las distintas funciones cerebrales. Y ahí es donde llega y se fortalece la tesis de la eminente bióloga Christine de Lacoste-Utamsing, que descubrió que en una gran cantidad de casos analizados y estudiados, los haces de fibras nerviosas del corpus callosum, son más voluminosos en las mujeres que en los hombres. Esto determina un mayor intercambio de información entre ambos lados del cerebro y por lo tanto, una capacidad más integrada de resolver problemas de nuestro diario vivir.

La ventaja del cerebro femenino radicaría en una mayor flexibilidad para adaptarse a situaciones nuevas, control de las relaciones verbales, como no verbales, y fundamentalmente una visión integral del mundo, que el hombre, supuestamente no tendría tan bien ubicado.
Todo ello indicaría una mayor sensibilidad y una más perfeccionada intuición (el famoso olfato femenino), que pasarían al terreno de lo mental o intelectual que antes no se consideraba así.
Por supuesto ésta teoría conmocionó al mundo de la Ciencia, y fundamentalmente al criterio machista. Durante muchos años, quizás siglos, siempre se valoró al mundo de los números, del lenguaje analítico, todo lo que fuera preciso y exacto, mientras que la conciencia, la intuición o la ética, por ejemplo, no eran tomadas en el plano científico, sino que era prácticamente rechazado, como el mundo de lo no científico.
Toda la ciencia se ha ido construyendo sobre estos parámetros, equivalentes a la consideración de cerebros divididos, y no tomando en cuenta la capacidad de relacionar que tiene el corpus callosum, despreciando, por analogía, la inteligencia femenina. La teoría de la bióloga, Christine Lacoste, teoriza de manera singular su descubrimiento encontrando hechos históricos que le avalan. Así expresa: cuando el cerebro humano estaba desarrollándose, macho y hembra ocupaban lugares en la evolución y supervivencia de la especie que llegaría a ser humana. Las hembras preparaban la comida, protegían la tribu y gobernaban el desarrollo de las crías; los machos, en cambio, tenían una labor mucho más especializada: la caza. A resultas de esto, ellos desarrollaron funciones mucho más parcializadas, concentradas en un solo problema: cómo ubicar las presas y capturarlas. Esto los llevó a un buen dominio y memorización del espacio tridimensional y tal vez más adelante, a hacer mapas, señalar caminos, dibujar las presas con fines rituales y de conocimiento. Las mujeres tenían sus problemas “menos acomodados”; más bien tenían que estar listas para hacer frente a situaciones de muy diversa índole, adaptándose a cambios y resolviendo imprevistos. Esta diferente presión ecológica puede haber sido la que llevó a desarrollar un cerebro más integrado, así como a sus congéneres masculinos sus funciones y problemas distintos los llevaron a una mayor especialización; evidentemente a la Dra. Lacoste no le falta mucha razón.
Y apoyan su tesitura otros estudios realizados que demuestran que en todas las especies el macho no tiene un sitio predominante sobre la hembra; pero por otro lado, estudios más profundos y más actuales, indican que en las especies en las cuales el macho es absolutamente dominante son la excepción, no la regla.

Así el gallo, dominador de la gallina y el primate beduino macho también rey absoluto de su semejante, fueron los que viciaron la investigación de los primeros antropólogos, estudiosos del comportamiento social animal; después de los gavilanes, águilas, halcones, caranchos, (casi todas las aves de presa) hacen cambiar esa posición porque aquí las hembras, son mucho más importantes, desarrollando una gran fuerza física, mayor que la del macho, una mayor habilidad para la lucha, y un gran sentido de orientación. Estas aves de rapiña no eran la excepción, sino que pasaron a ser la regla dentro del reino animal dominado por ellas. Cardúmenes enteros de peces machos conducidos por una “reina” y las abejas formantes de una sociedad dominada rígidamente por otra hembra, la Abeja Reina.
¿Pero, el ser humano es igual o sucederá algo igual? Es el gran interrogante. Hay que tomar en cuenta que existen en la relación humana otros factores, como la organización familiar, las funciones laborales, actividades deportivas o recreativas, que hacen escapar al phitecantropus erectus de la gran determinación biológica del reino animal.

Socialmente, ha habido comunidades, en las distintas etapas históricas, donde la mujer ha prevalecido sobre el hombre; como también viceversa; depende del desarrollo cultural o de “civilización” que hayan tenido esos grupos étnicos o sociales.
Pensamos que la teoría (por ahora solamente una teoría) de la bióloga Christine Lacoste-Utansing, (por supuesto de origen sueco) ha puesto en el tapete de la ciencia un aventurado feminismo y de matriarcadismo, que hay en la actualidad, en algunas sociedades. Pero las diferencias entre el hombre y la mujer, pienso que estarán dadas siempre en el gran poder de sensibilidad e intuición que tiene la mujer y la capacidad de gran especialización que tiene el hombre. Superioridad o inferioridad, no se, pero sí trataremos que todos estos avances en el campo cerebral, del intelecto, de la mente, sirvan para una mayor integración femenino-masculino  al Gran Orden de la Civilización del Futuro, que espera también a su vez integrarse al Orden Cósmico.
Para la ciencia psicológica queda el acicate de inventar nuevos test, que muy poco toman los secreto de la intuición (allí también estarían las condiciones paranormales) la flexibilidad y la capacidad de relacionar, éstos junto a los test tradicionales de interpretación de imágenes, resolución de problemas visuales, vivencias tridimensionales, etc. (de tendencia predominante masculina) formen un todo, completo y definitivo, para conocer mucho más profundamente al ser humano contemporáneo. Los test Bender, Raven, Richard, etc., tienden siempre a la búsqueda de la personalidad en la que salen gananciosos los hombres, mientras que ahora se buscaría, la otra cara de la balanza, los mundos psíquicos donde se mueve mucho mejor la mujer. Esperemos que sea así, para una mejor interrelación entre semejantes, mujer-hombre, de un mismo tronco genético, hacho a la semejanza del Creador.

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