jueves, 12 de marzo de 2015

EL FIN DEL SECRETO OVNI


Los días 25 y 26 de julio de 2009 se reunieron en la localidad barcelonesa de Sitges ex astronautas, antiguos militares, abogados e investigadores de primer nivel, para mostrar a la opinión pública la información «sensible» sobre OVNIs que han logrado obtener debido a las posiciones que ocuparon y a las investigaciones que llevaron a cabo. Además, defendieron la creación de un poderoso lobby que presione a los gobiernos, a fin de que desclasifiquen sus documentos secretos sobre no identificados.
El doctor Steven Greer, director del Proyecto Revelación (iniciativa que reunió a más de 400 militares, políticos y científicos que confesaron en público la información OVNI de la que disponían) se convirtió en la estrella de las jornadas. Hijo de un ingeniero de la NASA que participó en el Proyecto Apolo, Greer afirmó, sin medias tintas, que «el encuentro con otras civilizaciones es una cita ineludible para la evolución de la Humanidad. En mis entrevistas con dirigentes políticos y religiosos de todo el mundo, he descubierto que hay un consenso en que éste es el momento para revelar ese secreto». El investigador contó, ante el asombro de los congregados, que un país del G-8 le había pedido asesoramiento sobre el modo de realizar esta revelación a la opinión pública. Al parecer, dicha nación podría ser Rusia.

La situación actual en EE UU, fruto de la crisis económica y de las informaciones que están poniendo en duda la versión oficial sobre los atentados del 11-S, centraron muchas de las conversaciones de los ponentes, previas a la cumbre. En ese contexto, el fenómeno OVNI se abordó como otro de los secretos que están saliendo a la luz y que, en un futuro próximo, generarán enconados debates.
En América del Sur se vive una época de transformaciones a todos los niveles. Se están produciendo cambios sociales y políticos esperanzadores. Quizá como consecuencia de la carga espiritual y emocional que impregna tantas cosas en América, el enigma OVNI nunca ha dejado de interesar por esos lares. Si en los últimos años, en Europa, el interés por los “no identificados” parece sufrir una crisis, en países como México, Chile, Perú o Brasil ocurre todo lo contrario. Investigadores y opinión pública parecen estar descubriendo día tras día nuevas aristas de este misterio. Al otro lado del Atlántico, el materialismo y la mecanización de la sociedad ha tenido su reflejo en el enigma OVNI. Al europeo ya no le inquieta el asunto. Es como si en al viejo continente sólo le interesara el aspecto material de las cosas.

Desde que en 1947 las autoridades de Estados Unidos comenzaran a ocultar información sobre el enigma, casi todos los países del mundo siguieron su estela. Sin embargo, algo pareció cambiar en 1992. Ese año las autoridades españolas tomaron la decisión de abrir los archivos secretos del Ejército del Aire relativos a fenómenos aéreos anómalos. Sin embargo, se trató de una desclasificación polémica, ya que los investigadores denunciaron que muchos expedientes se mantuvieron en secreto al tiempo que los liberados habían sido manipulados con el fin de restar credibilidad al enigma, a la vez que se intentaban acallar las voces de quienes recordaban el presunto “mito” de top-secret. El problema es que los responsables de dicho proceso se alinearon con las tesis más vulgares al asegurar que la mayor parte de los casos respondían a errores de percepción en los testigos.

Fuera o no un ensayo de cara al futuro, lo cierto es que, tras aquello, gobiernos como el del Reino Unido o el de Australia abrieron tímidamente sus archivos. Posteriormente, le tocó el turno a los países hispanos. El último en incorporarse a la lista, antes de Brasil, fue México. En esta ocasión, un suceso que afecto a las Fuerzas Aéreas animó al secretario de Defensa, Gerardo Clemente Vega, a levantar el secreto sobre un suceso inquietante: “Teníamos dos opciones: archivar el caso y guardarlo como secreto o entregar la información a los investigadores. Lo primero no tenía utilidad alguna, así que decidimos dar a conocer el caso”.

El episodio fue de lo más sugerente. Ocurrió en el Estado de Campeche el 5 de marzo de 2004 cuando los tripulantes del un avión militar Merlin C-26 filmaron –gracias a la cámara de infrarrojos– hasta 16 objetos no identificados que rodearon la aeronave. Apenas dos meses después, el ejército mexicano dio a conocer la filmación. Hubo polémica, pues desde diferentes universidades se recalcó la posibilidad de que el Ejército se hubiera precipitado al confesar la naturaleza desconocida de aquellos artefactos. Se propuso como tesis, que fueran “centellas”; los expertos lo descartaron, al igual que no dieron crédito a quienes aseguraban que los tripulantes del C-26 confundieron las llamas de una refinería con OVNIs. Por desgracia, la sensación que quedó en la opinión pública –pese a la incontestable inexplicabilidad del suceso– fue de duda respecto al origen de aquellos 16 artefactos. Casos como éste han convertido al país norteamericano en un hervidero de actualidad ufológica.

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