jueves, 30 de enero de 2014

MAS CERCA DE LA REVOLUCION PLANETARIA:

Dos veces nominado para el Premio Nobel y presidente del prestigioso Club de Budapest, Ervin Lazslo es una de las personas más influyentes en los ámbitos de la ciencia interdisciplinar, la filosofía y la geopolítica. En “El cambio cuántico” (Kairós), libro del que les ofrecemos el siguiente extracto, nos presenta un nuevo y fascinante mapa de la realidad, en una etapa de crisis global para la cual propone la aplicación de ideas, aparentemente revolucionarias, que garantizarían paz, sostenibilidad, bienestar y, en definitiva, la supervivencia de la raza humana.
En la primavera de 2006, el biólogo británico James Lovelock, que 30 años antes había descubierto que la Tierra posee un sistema de control planetario que la mantenía en forma y habitable (la «hipótesis Gaya»), proclamaba que este sistema de control había sido destruido y que ello no tardaría en crear condiciones que acabarían resultando fatales para la humanidad. El calentamiento de la atmósfera provocado por la actividad humana crearía, en palabras de Lovelock, «un clima infernal». La temperatura media aumentaría unos seis grados en las regiones templadas y alrededor de cuatro en el trópico. «El estado físico de la Tierra debería considerarse como de enfermedad grave, que pronto pasará a convertirse en una fiebre enfermiza que puede durar hasta 100.000 años». «Creo que no tenemos más alternativa –concluía Lovelock en La venganza de Gaia– que prepararnos para lo peor, y asumir que hemos traspasado el umbral». El umbral al que se refiere es el punto en que la dinámica de automantenimiento del sistema se viene abajo y conduce de forma irreversible a la catástrofe.

RÁPIDAS TRANSFORMACIONES
¿Hemos alcanzado ya ese punto catastrófico? No lo sabemos a ciencia cierta, pero las noticias no son precisamente muy esperanzadoras. El clima global se está resquebrajando, repleto de puntos críticos y bucles de realimentación, más allá de los derivados del lento e inexorable desmoronamiento medioambiental, antesala de un súbito colapso que tiende a autoperpetuarse. Existen equilibrios vitales que van degradándose, en la atmósfera, en los océanos y en los sistemas de agua dulce, así como en los terrenos de cultivo. Las consecuencias incluyen el efecto invernadero y una reducción de la productividad de mares, lagos, ríos y tierras de labor.

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