martes, 21 de septiembre de 2010

Importancia de la mujer en el Plan Cósmico:



La recurrente aparición de la figura femenina nos condujo a establecer una nueva relación: la Vir­gen / la extraña dama de las selvas del Paititi / la Madre Cósmica / la Madre Tierra / Gaia / las Vírgenes Negras / las apariciones marianas.
Según las tradiciones orientales, hemos llegado a un momento muy especial en los ciclos cósmicos: el “Kali Yuga”. Las corrientes de irradiación cósmica y planetaria se hallan concentradas en América, desde Alaska hasta la Antártida, actual columna vertebral planetaria y eje de los chakras a ser reactivados en el mundo. América corresponde a la antípoda magné­tica planetaria, y no precisamente las geográfica, de lo que fue en su momento el rayo masculino en el Himalaya. El rayo femenino de la creación se ha con­centrado con gran fuerza en esta parte del globo te­rrestre y en esta época de la humanidad.
Este especial momento de la historia humana señala una preeminencia de la mujer en la política, en los derechos humanos, en la religión, en la lucha ecológica, en la ciencia, en las artes, pero especial­mente en los ámbitos de lo espiritual, donde em­piezan a liderar marcando la pauta con una mayor sensibilidad, disposición y disciplina.
Como una visión profética de todo esto, ya en el imperio nuevo egipcio la reina Hatshepsut gobernó vestida de varón pero manteniendo sus actitudes fe­meninas que le permitieron un buen gobierno y un periodo de esplendor y tranquilidad.
Posteriormente, Akenatón se hizo representar en los frisos y bajorrelieves de los templos de Tell-El­-Amarna, jugando con sus pequeñas hijas y acaricián­dolas al lado de su amada esposa Nefertiti, quien incluso compartió el mundo hacia los últimos años del gobier­no del faraón, que fueron de un profundo misticismo.
La virgen María, quien al terminar su vida terre­nal ascendió al cosmos, fue la condensación selecta de las fuerzas de la naturaleza, toda pureza y sin error, como la abeja reina preparada desde un principio para cumplir su destino.
Y es que el Creador es padre y madre a la vez. Entonces, las apariciones marianas no son otra cosa que la comunicación de la Madre Cósmica con la humanidad a través de Myriam, cuyos mensajes son universales, positivos y respetuosos.
También Gaia, la Madre Tierra, representa los aspectos femeninos del Creador. Durante la Edad Media, los templarios recogieron e hicieron suyos los rituales de contacto con la Madre Cósmica a través de las vírgenes negras, las cuales personifican a la primera mujer y a la primera raza originaria del planeta. En los templos y catedrales góticos, la ojiva simboliza la matriz de la madre, y la estructura, in­cluyendo los arcos, reproduce la Catedral del Alma, quinto vehículo sutil del ser humano y quinta di­mensión de conciencia donde se recopilan, como bases sólidas de roca viva, las experiencias acumu­ladas a través de diversas reencarnaciones.

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