martes, 23 de febrero de 2010

Paititi: Refugio del conocimiento verdadero



Desde el inicio de los contactos con los Guías Extraterrestres, ellos indicaron que la Misión tenía cinco objetivos precisos. El cuarto de estos objetivos, era el de concretar un encuentro con la Hermandad Blanca de los Retiros Interiores. Y su refugio primordial es conocido como el Paititi. Pero, ¿qué es el Paititi?
“Paititi es la síntesis de los mitos y leyendas andinas, donde se recoge la esperanza de los campesinos postergados, quienes han quedado como simiente de la cultura incaica y sudamericana. En ese lugar se recogió el recuerdo y los conocimientos de los orígenes intraterrenos y cósmicos. De las 4 direcciones del mundo antiguo se refugiaron allí aquellos que consideraban necesario rescatar el verdadero conocimiento y la pérdida sabiduría. A Paititi llegaran solo aquellos que puedan alternar y combinar la conciencia de sus vehículos sutiles vibrando paralelamente en la 3° y 4° dimensión sin desequilibrarse. Paititi significa esperanza y rescate de un oro sublimado que no llega a las manos ambiciosas de los conquistadores. Allí se ocultó la memoria trasmutada y el ser dorado, aguardando su tiempo, preparándose como miembro de la Hermandad Solar Terrestre, que tiene que llegar a guiar a la Humanidad y a compartir con quienes puedan asumir la posta”.
Paititi es considerado en la actualidad por diversos investigadores como el enigma arqueológico de Sudamérica; sin embargo, no ha sido hallado y aún para muchos, la misteriosa ciudad perdida, sigue siendo tan sólo una leyenda difícil de probar. No obstante, se sigue afirmando que en las selvas de Madre de Dios, en la zona sur oriental de Perú, existe una ciudad de piedra, con estatuas de oro erigidas en amplios jardines. Pero lo interesante del Paititi es que las leyendas señalan que, hasta hoy en día, la ciudad oculta estaría en plena actividad, y por si esto fuera poco, sería el lugar donde mora el último inca,esperando el momento de retornar al “mundo de afuera” para restituir el orden que se quebró en el pasado.
El Paititi fue (y lo sigue siendo) el objetivo de numerosas expediciones científicas y particulares. Estas últimas van a buscar el oro del Imperio Inca que habría sido escondido ante la llegada de los españoles. Así es que la leyenda de Paititi ha perdurado en la mente de muchos hombres. Ya en el siglo XVII corría como reguero de pólvora la noticia de una ciudad fantástica, misteriosa, y que albergaba grandes tesoros que pertenecieron supuestamente a los incas.
Lo que más ha contribuido al conocimiento de la presunta existencia de Paititi son los petroglifos de Pusharo. Estos extraños grabados habrían sido descubiertos en 1921 por el misionero dominico Vicente de Cenitagoya, hallándolos en una gigantesca roca que se acomoda a orillas del río Sinkibenia, considerado sagrado por los indios machiguengas. Más tarde, los petroglifos fueron observados por numerosos exploradores. Ya en 1970, el sacerdote y antropólogo Torrealba, fotografió y estudió los grabados. Muchos investigadores coinciden que los petroglifos no fueron hechos por los incas, entonces, ¿quién los hizo?
Pusharo no es la única evidencia de una obra humana en las enmarañadas selvas de Madre de Dios; también se han encontrado numerosas ruinas y hasta caminos parcialmente pavimentados. Las pirámides de Paratoari son una prueba fehaciente de estas obras. En diciembre de 1975, el satélite norteamericano Landsat 2, que formaba parte de un ambicioso proyecto de la NASA, logró unas extrañas fotografías en la misteriosa cadena del Pantiacolla. El enigma se inició cuando el satélite fotografió en esta zona unos “10 puntos” (debido a la altura), agrupados en pares (2 filas de 5) que sugerían según posteriores análisis, pirámides de cima trunca de proporciones enormes.
Por si todo esto fuera poco, en la insólita meseta se han reportado numerosas expediciones desaparecidas, perturbaciones electromagnéticas en los instrumentos, “apariciones” de inusitadas luces, ruidos extraordinarios que parecen surgir del suelo, y para añadirles el  ingrediente final, los relatos de los machiguengas, quienes afirman (con total naturalidad) que al otro lado (con esto se refieren al Pongo de Mainiqui) existe una civilización muy antigua que lo “sabe todo”.
Y es que hoy sabemos que el verdadero tesoro oculto en Paititi, no es otra cosa que la verdad sobre la historia de la Humanidad. Los archivos históricos de Mu y Atlántida, que datan desde tiempos inmemoriales, se hallan reunidos en las galerías subterráneas de Paititi. Así mismo, los archivos perdidos del Imperio Inca y otras culturas que aun nos son desconocidas, se hallan también en el mundo interior. Además de planchas metálicas y cristales de información que contienen pasajes extraídos del Registro Akáshico se hallan al lado de los archivos antes mencionados. Toda la información almacenada en una gran biblioteca, la cual es llamada por los Maestros “El Libro de los de las Vestiduras Blancas”.
La presencia de este conocimiento en el mundo subterráneo, nos recuerda nuestra labor única e intransferible, como humanidad de ésta Tierra, de interpretar ésta sabiduría. Para así reconciliarnos con el pasado. Cuando iniciemos este verdadero contacto, que es con nadie más que con nosotros mismos, finalmente consolidaremos el nexo con el mundo interior de Paititi.
Extracto de “El Umbral Secreto” de Sixto Paz Wells y “Los Maestros del Paititi” de Ricardo González

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