Un guerrero sabe que sus mejores maestros son las personas con las que divide el campo de batalla.
Es peligroso pedir un consejo. Y mucho más arriesgado darlo. Cuando él necesita ayuda, procura ver cómo sus amigos resuelven -o no resuelven- sus problemas.
Si busca inspiración, lee en los labios de su vecino las palabras que su ángel de la guarda quiere transmitirle.
Cuando está cansado o solitario, no sueña con mujeres y hombres distantes; busca a quien está a su lado y comparte su dolor o su necesidad de cariño, con placer y sin culpa.
Un guerrero sabe que la estrella más distante del Universo se manifiesta en las cosas que están a su alrededor.
Del “Manual del guerrero de la luz” de Paulo Coelho
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