Existen dos teorías oficiales acerca del origen de la vida en la Tierra. La primera considera que la vida pudo llegar desde el espacio, “panspermia”. La segunda sugiere un origen terrestre. Ambas comparten un principio molecular de la vida.
Estas primeras moléculas, gracias a la energía química generada por la Tierra, desarrollaron la capacidad de hacer réplicas de sí mismas y comenzó así la evolución de la vida.
La pregunta es, ¿ese origen molecular fue algo fruto de la casualidad? La teoría del origen terrestre así lo considera. La Tierra reunía las condiciones óptimas para la vida y surgió la vida. Sin embargo, la teoría del origen extraterrestre tiene una variante: “La panspermia dirigida”. Esta hipótesis considera que la vida en la Tierra no ha sido fruto de la casualidad, sino que ha sido originada de una manera deliberada.
¿Han sembrado la vida en la Tierra?
Vamos a analizar esta hipótesis basándonos en las capacidades humanas actuales. El ser humano ha pasado en los últimos 10.000 años de inventar la rueda a lanzar cohetes al espacio. 50 años después de la llegada del hombre a la Luna, los humanos hemos conseguido llevar robots a explorar Marte. Con este pequeño análisis tampoco hace falta ser muy imaginativo para valorar lo que podríamos estar haciendo a nivel espacial dentro de otros 10.000 años, ¿quizá poblar otros planetas?
El ser humano tiene, “oficialmente”, 315.000 años. La Tierra, según el cálculo de John Rudge, 4.470.000.000 años. ¿Cuántos millones de planetas hay más antiguos que la Tierra con la posibilidad de que una raza haya evolucionado más tiempo que nosotros en base a esa proporción?
Imaginemos un planeta con el doble de años que la Tierra habitado por una raza con el doble de años de evolución que la nuestra, 630.000 años. ¿Qué sería capaz de hacer una civilización con cientos de miles de años más de evolución? ¿Resultaría muy utópico plantear que serían capaces de cultivar vida en otros planetas? Quizá lo loco sería no pensarlo teniendo en cuenta que el propio ser humano está cerca de intentarlo.
Parece lógico considerar que el siguiente paso en el desarrollo espacial va a ser llegar a Marte o a otro planeta o satélite habitable y establecer una base. Una base que tendría que auto abastecerse, lo que haría imprescindible el cultivo de la vida en ese planeta para vivir.
Imaginemos que cultivamos en Marte plantas traídas de la Tierra. Plantas que evolucionan y se adaptan al planeta. Del agua que necesitan las plantas surgen pequeños lagos. Lagos que favorecen la formación de una atmósfera. Y de esos lagos surgen moléculas. ¿No habríamos sembrado la vida? ¿Qué podría surgir de esas moléculas considerando el origen molecular de la vida en la Tierra? ¿Es eso lo que han hecho en nuestro planeta?
Si analizamos el origen de la vida en la Tierra desde la consciencia de lo que somos, almas viviendo la experiencia humana, quizá podremos entender que los posibles sembradores de la vida en nuestro planeta fueron almas con un nivel de consciencia superior encarnadas en razas de un nivel de consciencia superior. Razas más evolucionadas que trabajan al servicio de un plan universal.
Un nivel de consciencia que está empezando a despertar en el ser humano. Un despertar de la consciencia que nos llevará a darnos cuenta de que el origen de la vida en la Tierra no es fruto del azar porque nada es fruto de la casualidad. Hay un plan universal para todo y nosotros formamos parte de ese plan y de ese todo.
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