miércoles, 28 de noviembre de 2012

Editorial: Diciembre 2004


No es fácil la vida del buscador. Los caminos hacia nuestro interior apenas si se insinúan en la encrucijada de la vida. No es fácil la ruta del peregrino, de quien se siente luz en los dominios de la materia. No es fácil discernir, descubrir la paja que oculta al trigo, ni la realidad que se esconde detrás del reflejo. No es fácil colocar la pisada en el recto camino.
Y cuando a pesar de todo el buscador descubre, acepta; cuando abraza la opción que ilumina y por un instante siente en su corazón la plenitud, el camino que se abre ante él no es el de las recompensas y el bienestar, sino aquel otro, estrecho y sembrado de dificultades.
Otros que viven de espaldas a lo espiritual cosechan triunfos y bienestar, mientras que el que ha renunciado al mundo material para crecer espiritualmente, está acosado por las dificultades y el dolor.
El Maestro lo dijo: “El camino al Padre es estrecho y lleno de dificultades”, pero el gozo y la satisfacción por haberlo logrado, por haber hecho lo correcto en el camino de nuestra evolución, por habernos mantenido firmes frente a las dificultades, por no habernos dejado tentar por lo fácil, lo material y lo pasajero, no tiene parangón.
El volver a reconectarnos con Dios, es la esperanza del Ser, nada ni nadie resulta ajeno a esta experiencia transformadora, es cuestión de tiempo; y ese tiempo es ahora.
En la vida suceden muchas noches de insomnio, de meditación callada, de angustia y de soledad. Pero nos falta una noche solos bajo el manto de las estrellas, en ese instante en que la intuición estalla en certeza total y ya no hay lugar para el aplazamiento, ni la espera.
Buscador, busquemos esa noche definitiva ahora y hagamos lo correcto.
¡Qué la Fe, el Amor y la Paz nos acompañen a todos los Seres Humanos!

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