Como acabamos de ver, muchas de las civilizaciones que nos precedieron pensaban que la vida llegó procedente del cielo, y que nuestro planeta fue encintado a partir de la caída a la tierra de la simiente divina, representada por el sol o la luz. Debido a dicha suposición, dejaron en sus edificios religiosos el testamento de esta creencia; una herencia que sin embargo nosotros, los hombres y mujeres de nuestro tiempo, nos hemos empeñado en rechazar.
Quizás seamos seres híbridos, hijos de la tierra y del cielo
No obstante, si nuestros ancestros llevaban razón, tal vez los auténticos extraterrestres seamos nosotros. Quizás seamos seres híbridos, hijos de la tierra y del cielo, viviendo a medio camino entre uno y otro. Cuando queremos soñar, miramos hacia arriba, hacia las estrellas, donde está nuestro padre. Y cuando queremos conectar con nuestro espíritu miramos hacia abajo, hacia los bosques y praderas, donde está nuestra madre. Quizás seamos cuerpo y alma, mente y corazón, ciencia y magia. Quizás todo esté en nosotros y nosotros estemos en todo. Quizás seamos una parte del cielo que ha bajado a la tierra para contemplar la creación desde aquí abajo. Quizás tan solo seamos polvo de estrellas viviendo una experiencia humana…
AñoCero
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