¿Buscar Shambala es ir tras una quimera? Tal vez haya mucha gente que diga que sí. No obstante, encontramos numerosa simbología sobre este mito que indica que podría haber sido real, o quizás un símbolo de sabiduría.
Aun así, nombres importantes como Nicholas Roerich, Victoria LePage, David Hatcher Childress, HP Blavatsky, Bruce Walton, Michael Mott o Frank Waters han escrito sobre este tema con profusión de detalles y experiencias. Es decir, podría ser perfectamente real y haber existido.
O sea, que la búsqueda de Shambala no tiene por qué ser en ningún momento baladí. Además, de la antigua filosofía budista nos han llegado pistas de sobra sobre esta fuente de sabiduría eterna.
En Chang Shambhala, los seres inmortales llegaron a vivir en armonía perfecta, logrando un equilibrio excepcional entre universo y naturaleza.
Hay que recordar que esta ciudad perdida ha recibido diversos nombres según la civilización, tiempo y creencias. Por ejemplo, para los chinos fue un lugar escondido en los montes Kun Lao.
Sin embargo, en India era una población secreta y mística de los Himalayas. Incluso en Rusia se hablaba de la legendaria Bielovodye, que significa Tierra de las Aguas Blancas. Este paraíso donde vivían santos de gran sabiduría fue bautizado como Shangri-La por James Hilton en su obra Horizontes Perdidos.
Sea como fuere, observamos que numerosos expertos y un gran número de culturas creían en la existencia de esta luminosa ciudad del conocimiento.
Es decir, que introducirse en la búsqueda de Shambala es acercar nuestros pasos al budismo, al shamanismo o al hinduismo y conocer algo más estas religiones y filosofías que pudieron beber de la mítica y mística población que fue un faro de sabiduría en algún rincón más allá del Tíbet.
La búsqueda de Shambala en Occidente comenzó de la mano de HP Blavatsky, una de las grandes especialistas en teosofía del mundo, creadora y principal estudiosa de estos movimientos místicos en Europa.
Blavtatsky llamó mítica Shamballah a un santuario oculto en el Asia Central. La describiría como un cuartel secreto e invisible solo abierto en los Mahatmas, y ubicado en el desierto de Gobi.
La teósofa consideró la búsqueda de Shambala como un acceso a una Gran Fraternidad de Maestros Espirituales que trabajaban tras el gran telón del mundo para guiar y proteger a la humanidad.
Años después, la búsqueda de Shambala correría a cargo de Nicholas Roerich. Este instructor espiritual y artista viajó por Asia buscando con intensidad la ciudad perdida de la sabiduría y la bondad.
No sabemos si fue él u otra persona quien bautizó al lugar como Shangri-La, también conocida como Shamballa.
Lo que sí sabemos a ciencia cierta fue que la ciudad perdida gozó de gran presencia mediática a nivel mundial en 1933, año en que James Hilton publicaba su novela Horizontes perdidos. Además, aun ganaría más notoriedad al ser llevada al cine.
Para Hilton, según reflejó en su historia novelada y el film que la siguió, esta tierra era un lugar de felicidad sin límites, pues guardaba un propósito y escondía los secretos de la eterna juventud.
No
obstante, Hilton muestra una ciudad inaccesible. Y es que, siguiendo
los viejos dichos budistas, el autor fabrica una fábula recreando un
lugar al que nunca se puede llegar, ni siquiera cuando parece estar
más próximo. (continuarä) Hermandad Blanca
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