lunes, 2 de noviembre de 2015

EDITORIAL: Noviembre/Diciembre 2015

“Un buscador espiritual se lanzó a los pies de un sabio Maestro rogándole tener una experiencia directa con la misteriosa luz interior. El Maestro sonrió y amigablemente le dio un manotazo a su alumno detrás de la cabeza. En unos segundos aquel hombre estaba retorciéndose en el suelo y suplicando que la experiencia terminara. El Maestro rió a carcajadas, lo tocó gentilmente en el brazo y lo hizo calmar. Tomando la mano temblorosa del alumno, le dijo: para conocer la luz, debes prepararte. ¿Harías pasar una corriente de alto voltaje por un cableado defectuoso o agua pura por una manguera llena de agujeros?”
Los Hermanos Mayores, Maestros, y sabios de todas las corrientes espirituales nos han dejado una serie de prácticas para realizar, las cuales sistemáticamente purifican y nos fortalecen a nivel físico, mental y espiritual. Nos dijeron que si aplicamos esas enseñanzas y aplicamos esas prácticas, no sólo nos acercaremos a la verdad sobre quienes somos y a que vinimos; sino que además nos acercaremos a Dios.
Cuando logremos ingresar sinceramente a nuestro “templo interior”, podremos finalmente alcanzar el Sancta Sanctorum, lo más sagrado entre lo sagrado, la cámara interior donde están guardados los tesoros y secretos. Podemos pasar varias vidas para ser merecedores de entrar a ese lugar a recibir las enseñanzas más elevadas. Dentro brilla una luz (la chispa divina), y el despertar esa chispa con todo su potencial supone la más gloriosa de las iniciaciones.
Una vez recibida, esa luz se enciende, se expande en nosotros y nos transforma; y los misterios de la vida se revelan y nuestra forma de vivir cambia. Ya no hay más miedo, sólo un profundo deseo de servir, un sentimiento de eterna gratitud con el Universo, un corazón compasivo y mucha alegría, y al fin sentiremos que todos y todo somos UNO.

¡Qué así sea! Hnos. Del Boletín

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