La manera en que se organiza el universo para que todos los seres se relacionen entre sí, es a través de una gran “Ley Cósmica” que regula todo lo que recibimos en nuestra vida.
Es la “justicia divina” que muchas religiones nombran, que hace que recibamos todo lo que nos merecemos. Así como se entiende en el capitalismo que el mercado regula los precios y la producción, a nivel cósmico, existe una ley que regula todo lo que recibimos en nuestras vidas, más allá de los simples bienes materiales y el dinero.
El tema es que, a su vez, lo que recibimos solo en concepto de bienes materiales y dinero (como parte de todo lo que recibimos en nuestra vida), no es una excepción a esta gran organización cósmica, pues todo obedece a una misma ley y todo tiene una causa, nada es por casualidad.
Lo interesante es que, queramos o no, todos formamos parte de esa gran Economía Cósmica, nadie puede salir de ella, y por ignorancia de su funcionamiento caemos en una vida de carencias y sufrimientos totalmente evitables, aunque también, muy útiles para nuestro aprendizaje.
Ley cósmica: Dar = Recibir
Es la ley que hace que todos obtengan lo que se merecen. Es la famosa frase: “uno cosecha lo que siembra”. Es por ello que muchas religiones aceptan la frase “no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti”. Aquí descubrimos que la ley de la física de “acción y reacción” que descubrió Newton es totalmente cierta y que va más allá del campo de las fuerzas de la física..
Pero para quienes no lo entiendan de esa manera, y necesiten una teoría, podríamos estudiar la siguiente igualdad matemática: Dar = recibir. Esa es la gran Ley Cósmica. Cuando alguien “da”, en el universo se genera un vacío que debe ser rellenado, entonces debe “recibir”, y ese mecanismo opera independientemente de que nosotros lo conozcamos o queramos intervenir. Es más, opera a cada minuto y segundo de nuestras vidas. Cada día que despertamos podemos sonreir y decir: ¿qué será lo que tiene el universo preparado hoy para mí?
Lo que recibimos: nuestro “haber cósmico”
Los orientales lo suelen llamar “karma”, palabra que significa “acción”, y representa a todo lo que nos corresponde como resultado de nuestras “acciones”. En términos simples, es nuestro haber cósmico. Es decir, lo que recibimos constantemente día a día en nuestras vidas no es más que el resultado matemático de esa ley: “dar = recibir”.
A veces nos quejamos porque no nos gusta lo que recibimos de la vida. Estamos disconformes con el trato de otras personas hacia nosotros, con alguna enfermedad que nos ha tocado vivir, con alguna situación difícil que debemos afrontar, con el desempleo no deseado o el salario insuficiente que obtenemos por nuestro trabajo, con el escaso amor y comprensión que recibimos de otros, etc.
Lo que sucede a fin de cuentas es que “ignoramos” que todo ello es el resultado de lo que “nosotros mismos hemos generado”. Somos responsables al 100% de lo que nos ocurre en la vida y esto, lejos de desanimarnos, es una gran noticia, pues con el conocimiento necesario y la intención apropiada podemos tomar las riendas de nuestra vida para dirigirla hacia dónde queramos.
Todas las cosas buenas y malas que nos pasan, el trato que recibimos de los demás, el amor que recibimos, los bienes materiales y comodidades, son todos resultado exclusivamente de lo que nosotros “dimos en el pasado” al universo. O de nuestras “acciones del pasado” como dicen los orientales en su concepción del karma.
Reflexión personal: Esta situación que rechazo, ¿ocurrió por casualidad? ¿Puedo encontrar su raíz en alguna acción mía del pasado? O bien, esta situación que me gusta, ¿ocurrió por casualidad? ¿o soy yo mismo el responsable de ella? Nosotros mismos podemos comprender la Ley Cósmica con el solo hecho de observar nuestro pasado y nuestro presente, solo debemos observar.
¿Qué es dar?
El “dar”, es el primer lado de la igualdad matemática. El “dar” es lo que los orientales llaman “acción”. Son todas las acciones que controlamos nosotros y “damos” al universo, dirigiéndolas a cualquiera de los seres que lo integran, incluso a nosotros mismos.
El “dar”, matemáticamente va agrandando nuestro haber cósmico. En la “contabilidad cósmica” que todo lo registra y nada se escapa, cada cosa que damos, se encuentra del lado del debe. De esa manera, también aumenta nuestro “haber cósmico”, que es lo que el universo tiene para darnos como resultado de nuestros pensamientos, palabras y acciones que damos. Podríamos decir que Fray Luca Paccioli descubrió en la contabilidad comercial y la partida doble algo que en verdad existe a nivel cósmico.
¿Cuáles son las formas en que damos al universo?
Los orientales, al concebir el karma, hablan de “acciones” que damos y que son de tres tipos (mentales, verbales y físicas). Podemos simplificar que cuando damos algo al universo (a una persona, a la naturaleza o a nosotros mismos) puede ser alguna de estas tres cosas:
· Pensamientos
· Palabras
· Acciones
Todas tienen un resultado equivalente de retorno para nosotros. Pero como podemos apreciar, detrás de toda palabra y de toda acción, existe primero “un pensamiento”, y muy importante de destacar, “con una intención de quién lo crea”. Por tanto, otra manera de ver lo que damos es que, siempre damos “intenciones” y “pensamientos”. A veces materializados en palabras o acciones y a veces no materializados, quedando como simples pensamientos. Y lo que el universo realmente toma en cuenta es eso: “la intención del pensamiento” más que la “cáscara que vemos” que es la palabra y la acción. (Martin Traverso)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario